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                  Jesucristo  no  vino  al  mundo  a  hacer
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           su  propia  voluntad,  sino  la  del  Padre,   aún
           en  la  condición  de  humano  permanece  fiel,
           para  establecer  un  precedente  de  ejemplo.
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           Pasa  de  Dios  Hijo  a  Hijo  de  Dios  y  por  su
           padecimiento  aprende  obediencia,  alcanza
           perfección  y  llega  a  ser  autor  de  eterna
           salvación  para  los  obedientes.   Al  estar  en
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           agonía ora más intensamente y su sudor es
           como  grandes  gotas  de  sangre,  a  pesar  de
           esta  situación  prevalece  en  su  vida  la
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           voluntad  del  Padre.   Así  como  Cristo
           demuestra una real vocación de servicio; en
           el caso del obrero ministerial es necesaria su
           conducción  como  Jesús,  el  permanecer  en
           Jesús  implica  andar  como  él  anduvo.   Si
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           Dios crea un sistema de trabajo, los grupos
           ministeriales,  requieren  estar  sujetos  al
           sistema  y  mantener  la  estructura,  liderar
           conforme  con  la  voluntad  de  Dios.  En  el
           concilio donde participa el fariseo Gamaliel,
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           se mencionan algunos hombres levantados a
           liderar por cuenta propia, con un desenlace
           lamentable, otros lo hacen de parte de Dios,
           quienes se mantienen fieles a las directrices
           y  mandamientos  de  Dios,  a  pesar  de  las
           persecuciones, peligros y dificultades.


           1  Jn. 5.30, 6.38, 7.16 al 18.
           2  1 P. 2.21 al 23.
           3  He. 5.5 al 10, 1.5 al 13; Sal. 2.7, 45.6 al 7; Zac. 3.2.
           4  Lc. 22.40 al 44.
           5  1 Jn. 2.6.
           6  Hch. 5.34 al 39.
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