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verdad y el sello de la promesa como
garantía en nuestros corazones y señal de
nuestra herencia para el día de liberación.
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Nos da el Espíritu Santo para vencer la
hostilidad social, conflictos y crisis mundial.
La Escritura describe una clase de
fuego purificador contrastado con una clase
de fuego destructor. Cuando la persona,
como principio cristiano da lugar al bien a
los demás y aún a los enemigos, se
amontonan sobre su cabeza ascuas de
fuego. Además, Dios hace a sus ministros
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llama de fuego, especialmente, al avivar el
fuego del don de Dios y la necesidad de ser
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afligidos en diversas pruebas para someter a
prueba la fe, comparada con el oro es más
preciosa y se prueba con fuego. Este es un
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fuego de prueba, porque el glorioso Espíritu
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de Dios reposa sobre nosotros. Por otra
parte, está el fuego de la destrucción, de
cuando se manifieste el Señor Jesús en
llama de fuego, para dar retribución a
quienes no conocieron a Dios, ni obedecen el
evangelio. Y de la horrenda expectación de
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1 Jn. 16.13.
2 2 Co. 1.21 al 22; Ef. 1.13 al 14, 4.30.
3 Ro. 12.20.
4 He. 1.7.
5 2 Ti. 1.6.
6 1 P. 1.6 al 7.
7 1 P. 4.12 al 14.
8 2 Ts. 1.6 al 10.