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              Dios; porque Dios no puede ser tentado por el
              mal, ni él tienta a nadie; sino que cada uno es
              tentado, cuando de su propia concupiscencia
              es    atraído     y    seducido.     Entonces      la
              concupiscencia,  después  que  ha  concebido,
              da  a  luz  el  pecado:  Y  el  pecado,  siendo
              consumado,  da  a  luz  la  muerte”  (Santiago
              1.13 al 15). La consecuencia del acto de Caín
              es el pecado y la muerte, nuevamente el ser
              humano  rinde  culto,  adoración  y  servicio  al
              dios  falso,  representado  en  la  serpiente
              astuta  y  sus  malos  pensamientos:  “Sobre
              todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis
              apagar  todos  los  dardos  de  fuego  del
              maligno” (Efesios 6.16). Los dardos de fuego
              del  maligno,  no  son  carne  ni  sangre,   sino
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              los malos pensamientos en la mente del ser
              humano,  mediante  la  concupiscencia.  Se
              contrarresta  con  la  conciencia  moral,  para
              posibilitar el comportamiento responsable.

                     La  epístola  del  apóstol  San  Pedro  a
              Tito indica: “Todas las cosas son puras para
              los  puros,  mas  para  los  corrompidos  e
              incrédulos  nada  les  es  puro;  pues  hasta  su
              mente  y  su  conciencia  están  corrompidas.
              Profesan conocer a Dios, pero con los hechos
              lo  niegan,  siendo  abominables  y  rebeldes,
              reprobados  en  cuanto  a  toda  buena  obra”
              (Tito  1.15  al  16).  Después  de  la  creación,
              cuando se establece lo ritual dentro del culto


              1  Ef. 6.12.
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