Problema de estudio: ¿Hay que realizar el Lavatorio de pies durante la Cena del Señor o es un simbolismo con aplicación espiritual? Se analizan los siguientes temas:
- Antecedentes del lavado de pies.
- Cena del Señor vrs Lavatorio de pies.
- Práctica litúrgica o significado simbólico.
- Controversia del orden en el acto litúrgico.
- La cantidad y frecuencia de celebraciones.
Liturgia es la forma u orden de realizar las actividades y ceremonias de culto y reunión de la iglesia.
Es necesario entender el concepto o término liturgia, de origen griego leitourgia, que además de proceder de la lengua griega, su significado tiene relación con la obra y servicio del pueblo. Es importante saber de su evolución en el transcurso del tiempo, especialmente al conocer el sentido original de esta palabra y rescatar en nuestro contexto lo que es de beneficio para la comunidad celebrante actual. Llama la atención que el término liturgia pasa a ser de uso del cristianismo, mayormente cuando había una sola iglesia cristiana primitiva, que se reunía para celebrar la esperanza, victoria y vida en torno a la fe en Cristo Jesús.
Analizando las dos raíces, pueblo y obra, que componen la palabra leitourgia proveniente del griego, y su sentido etimológico, corresponde a una acción u obra a favor de una comunidad en el obrar del pueblo creyente. De acuerdo con esto, los elementos en la búsqueda de la liturgia es que sea comunitaria y participativa. Es como una liturgia de fiesta, en el sentido de compartir las comidas o convites fraternales de celebración comunitaria, en el espacio de esparcimiento o recreación, que responda a los intereses comunitarios de comunión en el mutuo servicio. Esto sumado a las actividades de celebración de culto en la iglesia, en conjunto con la participación de los devotos, feligreses o fieles y con la solemnidad correspondiente. Manteniendo la idea del Nuevo Testamento donde se refuerza el sentido de obra del pueblo en comunidad de bien.
En el caso del término liturgia de origen del vocabulario griego, que luego se fue adaptando al cristianismo, sin ser exclusivo de alguna denominación, sino que el término puede ser empleado en todo el cristianismo en general.
Hay una crítica válida hoy en día, acerca de las liturgias para enriquecimiento, porque algunas congregaciones se han convertido en una mercadotecnia, de compra y venta de bendiciones, que alteran la palabra de Dios a favor de captar riqueza para unos pocos o ciertas familias, a costas de la confianza y devoción del pueblo.
Los dos fundamentos bíblicos – teológicos, centrales para la renovación litúrgica son la encarnación y la resurrección. La encarnación y la resurrección son ejes teológicos de vital importancia, ya que se celebra la vida misma. Esto significa que en el trabajo de renovación litúrgica se involucra el diario vivir, en lo que está entorno de la vida y el quehacer del pueblo creyente. En medio de la adversidad, compromiso, empobrecimiento material y luchas espirituales con responsabilidad. Dios Hijo se manifiesta presencialmente entre nosotros como Jesucristo y a su vez, Jesucristo se refleja en el amor al prójimo, o sea, vemos a Dios finalmente en el rostro de los más necesitados, niños pobres, hombres y mujeres marginados, despreciados, frágiles y sin poder. Y es aquí donde Cristo histórico se encarna a través del amor y servicio en las personas, con la justicia, libertad y redención del pecado. Entonces la resurrección se celebra con alegría y fe, porque la nueva vida, nuevo hombre y nueva mujer del nuevo nacimiento persisten hasta el fin en Cristo Jesús.
Tener una liturgia de mansedumbre encarnada, significa practicar la amabilidad, empatía, humildad, servicio y solidaridad hacia las demás personas, o sea, ubicarse en el lugar de cada uno para comprender mejor sus necesidades, problemas, situación y vivencia, que sea un convivir en amor, ayuda y tolerancia con los demás. Así respetar siempre la cultura de la vida y el hábitat del entorno en que se desenvuelven, para conservar y mantener una sana armonía de paz.
Una liturgia cristocéntrica, que está centrada en el evento pascual, significa tener esperanza en los momentos difíciles del diario vivir, así como la resurrección de Jesucristo es fundamento de la esperanza.
Hay una confrontación de dos actos litúrgicos realizados la noche que Jesús fue entregado, a saber, la realización de la Cena del Señor y el Lavatorio de pies. Se trata de demostrar que ambos actos fueron ejecutados literalmente por Jesús, quien manifestó que los mismos se hicieran así como él los realizó. Ambos actos tienen una representación y significado espiritual y simbólico.
Sin embargo, en relación con la liturgia se plantea que en la praxis se da relevancia a la Cena del Señor, pero se excluye la importancia del Lavatorio de pies como parte de la misma celebración. Se trata de demostrar que en términos espirituales ambos tienen igual importancia, según la interpretación, representación y significado de su simbología. Ambas prácticas tienen requisito y vínculo con la limpieza espiritual. En relación con la práctica literal, existen sus excepciones en algunas comunidades de fe, pero la generalidad es que en la mayoría de iglesias se practica en todos sus miembros únicamente la Cena del Señor.
La propuesta es investigar los registros históricos referentes a este tema, desde la perspectiva de la Biblia y la experiencia vivida dentro de la comunidad de fe actual, como modelo de ejemplo en humildad y servicio de vida en solidaridad.
Antecedentes del lavado de pies
En la Biblia se registran antecedentes del lavado de pies como parte de la hospitalidad que dentro de la cultura se daba a los visitantes. Tal es el caso de Abraham y de Lot que encontramos en el libro de Génesis (Génesis 18.1 al 5, 19.1 al 3). Otros casos se presentan en Génesis 24.32, 43.24 y 1 Samuel 25.41.
Cena del Señor vrs Lavatorio de pies
El apóstol Pablo confirma y transmite la institución de la Cena del Señor, realizada la noche que Jesús fue entregado (1 Corintios 11.23 al 25). Menciona las palabras de Jesús cuando tomó el pan, lo bendijo, partió, y dio a sus discípulos diciendo que lo comieran, en memoria de él (Mateo 26.26). Y tomando la copa dando gracias, les dio, diciendo que bebieran de él todos. Se insiste realizar esto en su memoria (Mateo 26.27).
Como podemos observar la Cena del Señor es un acto litúrgico que Pablo insta a celebrar literalmente en memoria del Señor Jesús. El apóstol Pablo habla más acerca de la cena, de lo importante de celebrar este acto, todas las veces que se coma de este pan, y se beba de esta copa, la muerte del Señor se anuncia hasta que él venga (1 Corintios 11.26).
Ahora bien, Jesús además de instituir la Cena del Señor realizó el Lavatorio de pies, ya que cuando cenaban (Juan 13.2), se levantó de la misma y tomando una toalla, se ciñó; luego puso agua en un lebrillo y comenzó a lavar los pies de los discípulos (Juan 13.4 al 13), diciendo que debemos lavarnos los pies unos a otros, porque ejemplo nos ha dado, para que como él ha hecho, así también nosotros lo hagamos.
Esto significa que tanto la Cena del Señor como el Lavatorio de pies fue un acto litúrgico unido en una misma celebración. La pregunta que surge es ¿hay que celebrar el Lavatorio de pies como parte de la celebración de la Cena del Señor?
Práctica litúrgica o Significado simbólico
La Cena del Señor es una conmemoración y recordatorio de la muerte y resurrección de Cristo, que se instituyó en la celebración anual de la antigua pascua (Éxodo 12.1 al 11, Números 9.1 al 5), ya que esta fue sustituida por el Señor (Lucas 22.19, 1 Corintios 11.23 al 26). La Cena del Señor es un acto simbólico que representa comer y beber la palabra de Dios por medio de Jesucristo (Juan 6.32 al 35, 50 al 58). Por ejemplo, el pan simboliza su cuerpo y el vino representa su sangre que fue derramada para remisión de los pecados.
No obstante, a pesar de tener la Cena del Señor un simbolismo, con la liturgia de la celebración de los emblemas literales, se demuestra que también es una práctica festiva de conmemoración en honor a Jesucristo, para conmemorar con respeto y reverencia su gloria y honra en adoración y alabanza.
Así es el ejemplo de Jesús con el Lavatorio de pies, ya que les recuerda con este acto que él vino a servir a los demás, con una entrega plena de servicio, para que de la misma manera ellos sirvan a sus semejantes. Esto confirma que la práctica del Lavatorio de pies es un recordatorio dentro de la Cena del Señor, del llamado a servir a los demás y vivir en comunidad. Sin acaparamientos, avaricias, egoísmos, sino con equidad, igualdad, justicia y solidaridad comunitaria. Más que una ordenanza o regla eclesial o eclesiástica, es una práctica de la humildad del ser interior, en la actitud, carácter, ego, emociones, personalidad, sentimientos y temperamento, sin ser un patrón o rito literal o físico, corresponde a una vida ejemplar y espiritual de seguir las huellas y pasos de Jesucristo como el Camino de Vida.
Controversia del orden en el acto litúrgico
Jesucristo participó con sus discípulos de su última pascua, se sentó a la mesa con los doce al llegar la noche (Mateo 26.20, Marcos 14.17, Lucas 22.14). Lo primero que hizo fue comer la pascua, tanto el evangelio de Mateo, como Marcos y Lucas concuerdan en que Cristo celebró la pascua y acto seguido sin interrupción estableció la Cena del Señor (Mateo 26.26 al 28, Marcos 14.22 al 24, Lucas 22.15 al 20).
En Mateo y Marcos, Jesús da a conocer al que le había de entregar antes de instituir la Cena del Señor (Mateo 26.21 al 25, Marcos 14.18 al 21), mientras que en Lucas lo menciona inmediatamente después de concluida la institución de la Cena del Señor (Lucas 22.21 al 23). El evangelio de Juan no menciona la Cena del Señor, pero introduce el Lavatorio de los pies, antes de identificar al que le había de entregar (Juan 13.12 al 30). Según el análisis anterior de Mateo y Marcos comparado con Juan, entonces el lavado de los pies es antes de que Jesús mencionara quien le había de entregar, esto es previo a instituir la cena del pan y el vino. Sin embargo, de acuerdo con Lucas relacionado con Juan, el Lavatorio de los pies está en medio de la Cena del Señor y de la identificación del que le había de entregar, o sea, el lavatorio es posterior a la cena.
Otro punto a tomar en cuenta es que se dijo al principio que mientras comían la pascua, seguidamente sin interrupción se instituyó la Cena del Señor. También mientras cenaban Jesús se levantó de la cena a lavar los pies de sus discípulos (Juan 13.2 al 5). Después de realizar este acto se reincorporó de nuevo a la mesa (Juan 13.12). El dilema es definir cuál es la cena, si la pascua o la del Señor, pero de lo que se está seguro es que el lavatorio no fue antes que la pascua. Ahora bien, si la Cena del Señor, sustituye la pascua, y Cristo lo primero que hizo aquel 14 de nisán (primer mes del calendario bíblico) a la puesta del sol, fue celebrar la pascua, en el orden cronológico, pareciera que lo primero que se debe hacer es celebrar la Cena del Señor como corresponde y luego el Lavatorio de los pies. En todo caso, en la Biblia no queda claro si el lavatorio es antes o después de la Cena del Señor.
La cantidad y frecuencia de celebraciones
Pablo al referirse a la Cena del Señor menciona que todas las veces que comieres este pan y bebieres este vino, pero no aclara si es todos los días, una vez a la semana, una vez al mes, cada tres meses o una vez al año.
El pueblo de Israel comía el cordero pascual o cena de la pascua el propio día 14 de nisán, entre las dos tardes (Levíticos 23.5), que es entre la puesta del sol y la media noche (Deuteronomio 16.5 al 6), que fue a la salida de Egipto (Éxodo 12.29 al 42). Se celebraba alrededor de la mitad de la luna de marzo, en luna llena, para celebrar la libertad del cautiverio de Egipto.
A continuación se presenta el nombre de los meses con algunas citas bíblicas de la versión
1) Nisán o Aviv (marzo - abril), Éxodo 12.1 al 6, Nehemías 2.1 y Ester 3.7.
2) Iyar o Zif (abril - mayo), 1 Reyes 6.1.
3) Siván (mayo - junio), Ester 8.9.
4) Tamuz o tammuz (junio - julio), Ezequiel 8.14.
5) Av (julio - agosto),
6) Elul (agosto - septiembre), Nehemías 6.15.
7) Tishrei (septiembre - octubre),
8) Bul (octubre - noviembre), 1 Reyes 6.38.
9) Quisleu o Kislev (noviembre - diciembre), Zacarías 7.1.
10) Tebet (diciembre - enero), Ester 2.16.
11) Sebat o Shevat (enero - febrero), Zacarías 1.7.
12) Adar (febrero - marzo), Ester 3.7.
Finalmente se concluye que en la Cena del Señor, se participa también del Lavatorio de pies, como parte del acto simbólico, que encontramos en la Biblia y que Jesús dio como mandamiento celebrar en memoria de él. El Lavatorio de pies como una práctica literal, viene a ser un símbolo de tener un corazón contrito y humillado de compromiso, responsabilidad y servicio que se debe tener para con los demás en humildad, así como se relata que es un requisito entre las viudas que se les da ayuda (1 Timoteo 5.10).
En la comunidad de fe de la actualidad se aplica y entiende su significado en lo espiritual, con una representación simbólica, pero en el caso de la práctica de celebración litúrgica, se realiza la Cena del Señor sin la dificultad del número de personas presentes en cada acto de la conmemoración, no obstante, el Lavatorio de pies se imposibilita su práctica literal por las grandes cantidades de asistentes a las actividades eclesiásticas y de culto. El Lavatorio de pies ahora además de humildad y servicio, es fraternidad y hermandad en Cristo como servidores de nuestro Señor.
El orden y frecuencia no se puede definir claramente según los datos que registra la Biblia, sino que se deja al acuerdo dentro de las normas establecidas en cada iglesia local, según su propia necesidad. La referencia de 1 Timoteo 5.10 hace alusión a ser humildes, piadosos y sumisos ante Dios en amabilidad fraternal. No se trata de pretender ser superior dentro de la hermandad (Lucas 22.24), sino de ceder el lugar aunque aparente ser el último, pero ante Dios puede ser el primero (Mateo 20.16), porque prevalece el servicio a los demás como un servidor de Cristo (Juan 13.15). De manera que se requiere una limpieza total en el ser interior (Juan 13.8), simbolizada con el requisito previo a la Cena del Señor y el Lavatorio de pies, o sea, estar conscientemente limpios con el poder de Dios (Juan 13.10). Ser como un niño en humillación e inocencia, para tener un lugar de habitación en el reino de los cielos (Mateo 18.4), con humildad y sencillez de corazón contrito y humillado ante Dios. Aunque parezca que sea el último, en relación con la entrega y servicio puede ser como servidor de Cristo el primero delante de Dios (Mateo 20.16). Servir unos a otros en amor de Dios (Gálatas 5.13), con la humillación debida ante el Señor (Santiago 4.10).