LAS TRES MENTALIDADES SUSTITUTIVAS


Se considera que el ser humano alcanza un grado de “mente crística” cuando logra una alta condición o estado mental elevado a la mente de Cristo: “Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿quién le instruyó? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo” (1 Corintios 2.16 – \RVR1909). Los tres tipos de conocimiento, de conciencia y de libre albedrío, se manifiestan cada uno en la dimensión o plano natural, espiritual y celestial. ¿Cómo ejerce el libre albedrío el séquito celestial fiel y leal? La Biblia dice: “Porque ¿á cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi hijo eres tú, Hoy yo te he engendrado? Y otra vez: Yo seré á él Padre, Y él me será á mí hijo? Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en la tierra, dice: Y adórenle todos los ángeles de Dios” (Hebreos 1.5 al 6 – \RVR1909). Jesucristo es el Hijo, el jefe y principal del séquito celestial. El libre albedrío del séquito celestial es seguir con fidelidad y lealtad en adoración y servicio al Hijo. El libre albedrío del Hijo es ser fiel y leal al Padre que le constituyó: “POR tanto, hermanos santos, participantes de la vocación celestial, considerad al Apóstol y Pontífice de nuestra profesión, Cristo Jesús; El cual es fiel al que le constituyó...” (Hebreos 3.1 al 2 – \RVR1909). En este sentido, ¿qué pasa con el ser humano? Hay tres mentalidades que son estrictamente consecutivas y sustitutivas una de la otra. Todo ser humano sin excepción tiene la mentalidad natural, pero no todo ser humano tiene la mentalidad espiritual o la mentalidad celestial. Esta última en relación con tener la mente de Cristo. Hay mandamientos de Dios Padre y hay mandamientos de su Hijo. El Señor Jesucristo dijo: “Si guardareis mis mandamientos, estaréis en mi amor; como yo también he guardado los mandamientos de mi Padre, y estoy en su amor” (Juan 15.10 – \RVR1909).


Dios Padre le concedió a su Hijo tener vida en sí mismo. Jesucristo dijo: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me ha enviado, tiene vida eterna; y no vendrá á condenación, mas pasó de muerte á vida… Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así dió también al Hijo que tuviese vida en sí mismo” (Juan 5.24 al 26 – \RVR1909). En el libro de Proverbios se alude esta relación preexistente: “¿Quién subió al cielo, y descendió? ¿Quién encerró los vientos en sus puños? ¿Quién ató las aguas en un paño? ¿Quién afirmó todos los términos de la tierra? ¿Cuál es su nombre, y el nombre de su hijo, si sabes? Toda palabra de Dios es limpia: Es escudo á los que en él esperan” (Proverbios 30.4 al 5 – \RVR1909). Se menciona que el creer al Padre mediante la palabra del Hijo, se recibe vida eterna que excluye de la condenación, porque se pasa de muerte a vida. Hay seres humanos sin la conciencia práctica del bien, que no aceptan, identifican o reconocen la realidad de Dios, nótese que el orden es pasar de muerte a vida. La realidad del mundo terrenal es muerte, que corresponde a la mentalidad natural, la resurrección espiritual es pasar de la condición humana a la mentalidad espiritual, para una vida con mentalidad celestial de vida eterna. La Biblia dice: “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte á vida, en que amamos á los hermanos. El que no ama á su hermano, está en muerte. Cualquiera que aborrece á su hermano, es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permaneciente en sí” (1 Juan 3.14 al 15 – \RVR1909). El siguiente pasaje menciona las tres mentalidades sustitutivas:


“Y DE ella recibisteis vosotros, que estabais muertos en vuestros delitos y pecados, En que en otro tiempo anduvisteis conforme á la condición de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora obra en los hijos de desobediencia: Entre los cuales todos nosotros también vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos; y éramos por naturaleza hijos de ira, también como los demás. Empero Dios, que es rico en misericordia, por su mucho amor con que nos amó, Aun estando nosotros muertos en pecados, nos dió vida juntamente con Cristo; por gracia sois salvos; Y juntamente nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los cielos con Cristo Jesús, Para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús” (Efesios 2.1 al 7 – \RVR1909).

La mentalidad natural del ser humano que no entiende lo espiritual: “haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos; y éramos por naturaleza hijos de ira”. Otro pasaje menciona lo siguiente: “Porque nos debe bastar que el tiempo pasado de nuestra vida hayamos hecho la voluntad de los Gentiles, cuando conversábamos en lascivias, en concupiscencias, en embriagueces, abominables idolatrías. En lo cual les parece cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en el mismo desenfrenamiento de disolución, ultrajándoos” (1 Pedro 4.3 al 4 – \RVR1909). La voluntad de los Gentiles se refiere a las personas que no hacen la voluntad de Dios, sino que se extrañan de que otros no tengan sus mismas prácticas lascivas, concupiscentes, en embriagueces e idolatrías. Por el contrario, la mentalidad espiritual es la siguiente: “Aun estando nosotros muertos en pecados, nos dió vida juntamente con Cristo; por gracia sois salvos; Y juntamente nos resucitó”. Esto corresponde a una resurrección de muerte en vida carnal y natural, a la vida espiritual en Cristo, para una mentalidad espiritual que nos lleve a la mentalidad celestial: “y asimismo nos hizo sentar en los cielos con Cristo Jesús”.


La mentalidad espiritual en Cristo, cambia y sustituye la mentalidad natural de carnalidad y pecado. La Biblia dice: “Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas; porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto” (Efesios 5.11 al 12 – \RVR60). Recordemos el caso vivido por Lot: “Y libró al justo Lot, acosado por la nefanda conducta de los malvados; (Porque este justo, con ver y oir, morando entre ellos, afligía cada día su alma justa con los hechos de aquellos injustos;)” (2 Pedro 2.7 al 8 – \RVR1909). Recapacitar en vida natural y sufrir vergüenza de sus propios actos ante Dios, con arrepentimiento, conversión y resarcimiento para una vida espiritual, es mejor que tener que avergonzarse en el día del juicio final sin posibilidad alguna: “Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados” (1 Juan 2.28 – \RVR60). La Biblia dice: “Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová… Oh Jehová, esperanza de Israel! todos los que te dejan, serán avergonzados; y los que de mí se apartan, serán escritos en el polvo; porque dejaron la vena de aguas vivas, á Jehová” (Jeremías 17.5 y 13 – \RVR1909). Los que rechazan y rehúyen a Dios serán avergonzados y escritos en el polvo. Jesús dijo que de ninguna manera pequemos más:


“Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Empero Jesús, inclinado hacia abajo, escribía en tierra con el dedo. Y como perseverasen preguntándole, enderezóse, y díjoles: El que de vosotros esté sin pecado, arroje contra ella la piedra el primero. Y volviéndose á inclinar hacia abajo, escribía en tierra. Oyendo, pues, ellos, redargüidos de la conciencia, salíanse uno á uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros: y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Y enderezándose Jesús, y no viendo á nadie más que á la mujer, díjole: ¿Mujer, dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te ha condenado? Y ella dijo: Señor, ninguno. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno: vete, y no peques más” (Juan 8.6 al 11 – \RVR1909).

¿Cuándo se vuelve la mentalidad natural del ser humano en una intención de mentalidad carnal y de pecado? La Biblia dice lo siguiente al respecto: “Y edificó Noé un altar a Jehová... Y percibió Jehová olor grato; y dijo Jehová en su corazón: No volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud...” (Génesis 8.20 al 21 – \RVR60). El intento del corazón del ser humano es malo desde su juventud. El inicio del rango de edad promedio de la juventud varía según el individuo entre los 14 y 18 años, con algunas excepciones de pre-jóvenes que manifiestan maldad a edades más prematuras. Nadie nace bueno ni malo, sino que se nace receptivo de aprendizaje, crecimiento, desarrollo y madurez. Tampoco el joven requiere pecar para tener mayor gracia y perdón de Dios, se puede conservar con conocer y obedecer la palabra de Dios: “Entonces no sería yo avergonzado, Cuando atendiese á todos tus mandamientos. Te alabaré con rectitud de corazón, Cuando aprendiere los juicios de tu justicia. Tus estatutos guardaré: No me dejes enteramente. BETH. ¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra” (Salmos 119.6 al 9 – \RVR1909).


La mentalidad que es solo natural de ninguna manera comprende y entiende lo espiritual: “Mas el hombre animal no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura: y no las puede entender, porque se han de examinar espiritualmente” (1 Corintios 2.14 – \RVR1909). La mentalidad espiritual supera y sustituye la mentalidad natural, del conocimiento y sabiduría terrenal: “Que esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrena, animal, diabólica… Mas la sabiduría que es de lo alto, primeramente es pura, después pacífica, modesta, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, no juzgadora, no fingida” (Santiago 3.15 al 17 – \RVR1909). Esta mentalidad espiritual tiene más posibilidad y propensión de trascender a lo celestial, que procede de lo alto, desde la habitación y lugar de Dios: “Ninguno puede venir á mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero. Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados de Dios. Así que, todo aquel que oyó del Padre, y aprendió, viene á mí” (Juan 6.44 al 45 – \RVR1909). Por lo tanto, la palabra de Dios afecta e influye directamente en profundidad nuestra mentalidad:


“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más penetrante que toda espada de dos filos: y que alcanza hasta partir el alma, y aun el espíritu, y las coyunturas y tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa criada que no sea manifiesta en su presencia; antes todas las cosas están desnudas y abiertas á los ojos de aquel á quien tenemos que dar cuenta” (Hebreos 4.12 al 13 – \RVR1909).

Por último, la mentalidad celestial requiere morir al pecado para resucitar espiritualmente en Cristo, con la atención, concentración, enfoque y mirada puesta en lo celestial y de ninguna manera en lo terrenal del pecado: “SI habéis pues resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado á la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque muertos sois, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios” (Colosenses 3.1 al 3 – \RVR1909). Esta muerte es al pecado, mientras que el pecado es muerte espiritual. Los que son espirituales en Cristo con la aspiración de trascender al conocimiento celestial de Jesucristo, tienen su mirada puesta en el Hijo de Dios: “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” (Hebreos 12.2 – \RVR60). Se cumple en los espirituales en Cristo la siguiente mentalidad. La sustitución es un cambio trascendente y de superación mental:


“Por nada estéis afanosos; sino sean notorias vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con hacimiento de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepuja todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros entendimientos en Cristo Jesús. Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si alguna alabanza, en esto pensad” (Filipenses 4.6 al 8 – \RVR1909).

La mente corrupta que se burla por su impunidad, es una mente temeraria y despreocupada de su futuro castigo, que se puede volver en cualquier momento en una justa y merecida reprimenda de Dios. Así dice la Biblia al respecto: “¿Se han avergonzado de haber hecho abominación? Ciertamente no se han avergonzado, ni aun saben tener vergüenza; por tanto, caerán entre los que caigan; cuando los castigue caerán, dice Jehová” (Jeremías 6.15 – \RVR60). Sin embargo, prevalece la obstinación y terquedad de pecar y hacer el mal, por causa de la ausencia del debido castigo. Su alarde y jactancia de la continua maldad sin punición es despreciable y detestable ante la santidad de Dios: “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos” (Jeremías 6.16 – \RVR60). Esta mentalidad habituada al mal sin freno ni remordimiento, corresponde a un fatuo sin entendimiento y sin razón: “El que da mal por bien, No se apartará el mal de su casa” (Proverbios 17.13 – \RVR1909). En este sentido dice la Biblia:


“A su alma hace bien el hombre misericordioso; Mas el cruel se atormenta a sí mismo. El impío hace obra falsa; Mas el que siembra justicia tendrá galardón firme. Como la justicia conduce a la vida, Así el que sigue el mal lo hace para su muerte. Abominación son a Jehová los perversos de corazón; Mas los perfectos de camino le son agradables. Tarde o temprano, el malo será castigado; Mas la descendencia de los justos será librada” (Proverbios 11.17 al 21 – \RVR60).

La conciencia tiene un sentido ético – moral, según la capacidad y facultad de juzgar internamente, con el pleno saber de los propios actos. Se implica y vincula el conocimiento y la percepción, cuando emerge una alerta de atención y se activa cierto grado de estado de lucidez y vigilia, en relación con el conocimiento del entorno y de sí mismo. Esto agudiza la perspicacia en profundidad de la comprensión y el entendimiento, para discernir lo que es el bien y el mal, definido, determinado y establecido directamente por Dios, con un autoconocimiento y autocrítica de uno mismo en el caso de la debida obediencia a Dios. La voz interior que distingue y reconoce el bien del mal, requiere el escrúpulo y remordimiento necesario para actuar de forma efectiva. Algunos basan sus creencias en mitos, leyendas y la religiosidad, con una mentalidad de que van a ser salvos gracias a sus creencias y la religión. Tienen múltiples dogmas para justificar la mediocridad espiritual: “Teniendo apariencia de piedad, mas habiendo negado la eficacia de ella: y á éstos evita… Que siempre aprenden, y nunca pueden acabar de llegar al conocimiento de la verdad” (2 Timoteo 3.5 al 7 – \RVR1909). Al punto de tener por cierto dichas creencias como principios de salvación innegables. Por ejemplo, en Génesis 6.4 que dice lo siguiente: “Había gigantes en la tierra en aquellos días, y también después que entraron los hijos de Dios á las hijas de los hombres, y les engendraron hijos: éstos fueron los valientes que desde la antigüedad fueron varones de nombre” (Génesis 6.4 – \RVR1909), algunos entienden e interpretan que se mezclaron sexualmente algunos ángeles con mujeres humanas. Esto de ninguna manera es cierto.


Este tipo de entendimiento es superficial de un razonamiento humano, pero no trasciende a una mayor comprensión, que es completa y en profundidad. Los hijos de Dios era la gente piadosa y temerosa de Dios, que adoraba y servía a su Creador. De entre estos hijos de Dios, algunos se interesaron y unieron a mujeres atractivas en apariencia de hermosura, pero hijas de hombres corruptos y malos que eran blasfemos y malvados ante Dios. Todo ocurre en el nivel o plano humano, porque de ninguna manera los ángeles tienen sexo para la procreación. Jesucristo dijo: “Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis ignorando las Escrituras, y el poder de Dios. Porque en la resurrección, ni los hombres tomarán mujeres, ni las mujeres marido; mas son como los ángeles de Dios en el cielo” (Mateo 22.29 al 30 – \RVR1909). Por lo tanto, este caso es solamente un ejemplo del yerro del entendimiento humano, que no se amolda o concuerda con la superior comprensión de Dios. Esto significa que la mentalidad según Jesucristo es la razón y sentido según Dios: “Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición” (Marcos 7.9 – \RVR1909). Finalmente el ser humano se engaña y miente así mismo, a través de sus creencias, cultura y tradición que se opone a lo de Dios. Inclusive sucede en muchos religiosos que son los líderes de opinión, considerados como los más informados bíblicamente, que a la vez son los tomadores de decisión eclesiástica, para la creación de creencias, doctrina y dogmas dentro del fraccionamiento cristiano.


Otro ejemplo se presenta en el evangelio de Juan: “Así que Pedro vió á éste, dice á Jesús: Señor, ¿y éste, qué? Dícele Jesús: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué á tí? Sígueme tú. Salió entonces este dicho entre los hermanos, que aquel discípulo no había de morir. Mas Jesús no le dijo, No morirá; sino: Si quiero que él quede hasta que yo venga ¿qué á ti?” (Juan 21.21 al 23 – \RVR1909). Entendieron que el discípulo en cuestión no moriría, pero no comprendieron lo que Jesús daba a entender. En otra ocasión Jesús les dice a sus discípulos: “Y Jesús dijo: ¿Aun también vosotros sois sin entendimiento? ¿No entendéis aún, que todo lo que entra en la boca, va al vientre, y es echado en la letrina? Mas lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos, muertes, adulterios, fornicaciones…” (Mateo 15.16 al 19 – \RVR1909). Estos casos son ejemplos de que la creencia muchas veces no concuerda con la comprensión y el entendimiento que procede de Dios. Jesús le dice a Pedro: “Entonces vino á Simón Pedro; y Pedro le dice: ¿Señor, tú me lavas los pies? Respondió Jesús, y díjole: Lo que yo hago, tú no entiendes ahora; mas lo entenderás después” (Juan 13.6 al 7 – \RVR1909). Al tiempo Pedro comprende lo siguiente: “Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia” (Hechos 10.34 al 35 – \RVR60).


En relación con el entendimiento la Biblia dice lo siguiente: “… nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito también; Casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos é inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para perdición de sí mismos” (2 Pedro 3.15 al 16 – \RVR1909). Otro ejemplo lo encontramos en el siguiente pasaje: “De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por qué pues se bautizan por los muertos?” (1 Corintios 15.29 – \RVR1909). Este bautismo por los muertos de ninguna manera es una afirmación, sino un tipo de cuestionamiento y respuesta irónica para aquellos que no creen en la resurrección. El bautismo es en el nombre de Jesús y ha resucitado. La Biblia nunca permite que una persona se bautice en reemplazo de otra que haya fallecido. De lo contrario es torcer las Escrituras para validar este tipo de creencias. Otro ejemplo de comprensión y entendimiento: “En el mundo estaba, y el mundo fué hecho por él; y el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas á todos los que le recibieron, dióles potestad de ser hechos hijos de Dios, á los que creen en su nombre: Los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, mas de Dios” (Juan 1.10 al 13 – \RVR1909).


Este último ejemplo, se entiende comúnmente que el Hijo de Dios vino al mundo para salvar a un pueblo en específico, pero al ser rechazado se amplía la salvación para toda la humanidad, porque Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia. Lo que pasa es que este entendimiento se aclara y estudia en el tema de la Ley y la gracia (literatura en neobiblismo.org). Se suma a este entendimiento la comprensión del fondo con la siguiente explicación: el contenido esencial es que el Hijo de Dios en el mundo estaba como cocreador con el Padre, pero el mundo lo desconoce, hasta que el Hijo viene encarnado como ser humano. Así hay un antes y un después de Cristo. Resulta que los mismos seres humanos también preexistían como ángeles indecisos y vienen a este mundo para tomar una decisión definitiva en aceptar y reconocer al Hijo de Dios. A partir de su venida se recibe salvación y vida eterna mediante Jesucristo. ¿Cómo se hacía antes de la venida de Cristo? En la antigüedad y las civilizaciones de todo el planeta se transmitía oralmente y en escritura, la existencia de un Creador. Esto con el paso del tiempo se convierte en un politeísmo desenfrenado al nivel global. La creencia común aunque se creía en un Creador, se distingue porque no todos con su creencia daban el reconocimiento de la adoración, alabanza, gloria y honra al Hijo del Creador. La Biblia dice: “Porque las cosas invisibles de él, su eterna potencia y divinidad, se echan de ver desde la creación del mundo, siendo entendidas por las cosas que son hechas; de modo que son inexcusables” (Romanos 1.20 – \RVR1909).


El secreto siempre ha sido en aceptar, creer, identificar y reconocer la existencia y autoridad del Hijo de Dios. El Padre establece que no dará la honra a ninguno más, que no sea a su propio Hijo. Sin embargo, la creación o creaturas le dan la honra a lo creado antes que al Hijo de Dios. La Biblia dice: “Porque habiendo conocido á Dios, no le glorificaron como á Dios, ni dieron gracias; antes se desvanecieron en sus discursos, y el necio corazón de ellos fué entenebrecido. Diciéndose ser sabios, se hicieron fatuos, Y trocaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, y de aves, y de animales de cuatro pies, y de serpientes” (Romanos 1.21 al 23 – \RVR1909). La misma causa de la rebelión del séquito celestial, se cumple entre los ángeles indecisos que vienen como seres humanos a reconocer al Hijo de Dios:


“El cual es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda criatura. Porque por él fueron criadas todas las cosas que están en los cielos, y que están en la tierra, visibles é invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fué criado por él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y por él todas las cosas subsisten: Y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia; él que es el principio, el primogénito de los muertos, para que en todo tenga el primado. Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, Y por él reconciliar todas las cosas á sí, pacificando por la sangre de su cruz, así lo que está en la tierra como lo que está en los cielos” (Colosenses 1.15 al 20 – \RVR1909).

Los que están en la tierra son los ángeles indecisos y los que están en los cielos son los ángeles que se han mantenido fieles y leales al Hijo de Dios. De esta manera reconciliar a los ángeles indecisos que se vuelven en decididos en ser fieles y leales a nuestro Señor. Basta con el estudio e investigación de los temas de la Dilatría y la Deidad (neobiblismo.org), recordemos que el Hijo estaba presente como cocreador con el Padre. Inclusive es reconocido como la sabiduría: “Jehová me poseía en el principio de su camino, Ya de antiguo, antes de sus obras. Eternalmente tuve el principado, desde el principio, Antes de la tierra... Cuando establecía los fundamentos de la tierra; Con él estaba yo ordenándolo todo; Y fuí su delicia todos los días, Teniendo solaz delante de él en todo tiempo” (Proverbios 8.22 al 30 – \RVR1909). Siendo ángeles indecisos tenemos cierta noción preexistente de la existencia del Hijo de Dios. La Biblia dice: “Sí, nunca lo habías oído, ni nunca lo habías conocido; ciertamente no se abrió antes tu oreja; porque sabía que desleal habías de desobedecer, por tanto te llamé rebelde desde el vientre” (Isaías 48.8 – \RVR1909). Pareciera que la indecisión es parte de la rebeldía, porque el Hijo vino por los suyos del séquito celestial, pero prevalece la indecisión y la rebeldía. Por esta razón, desde el principio el Padre da la honra solamente a su propio Hijo y a nadie más que a su Hijo: “HE aquí mi siervo, yo lo sostendré; mi escogido en quien mi alma toma contentamiento: he puesto sobre él mi espíritu, dará juicio á las gentes... Yo Jehová: este es mi nombre; y á otro no daré mi gloria, ni mi alabanza á esculturas” (Isaías 42.1 al 8 – \RVR1909). Esta misma razón es el motivo por el que tenemos que llegar a una mentalidad celestial en Cristo, que supere y sustituya la mentalidad espiritual y natural: “Mirad que ninguno os engañe por filosofías y vanas sustilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme á los elementos del mundo, y no según Cristo: Porque en él habita toda la plenitud de la divinidad corporalmente: Y en él estáis cumplidos, el cual es la cabeza de todo principado y potestad” (Colosenses 2.8 al 10 – \RVR1909). La misma mentalidad espiritual se puede quedar estancada o hasta retroceder, si no escala y trasciende a una mentalidad celestial del conocimiento transmitido directamente por Jesucristo, ya que representa al conocimiento celestial enviado de Dios Padre.