Lo más precioso de la vida misma y de toda la existencia inmaterial y material, invisible y visible, es amar a Dios Padre y a su Hijo amado Jesucristo. La Biblia dice: “Respondió Jesús, y díjole: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos á él, y haremos con él morada. El que no me ama, no guarda mis palabras: y la palabra que habéis oído, no es mía, sino del Padre que me envió” (Juan 14.23 al 24 –
Así Dios es el escultor de la mente en el cerebro humano, porque da forma a la intención, propósito y voluntad humana, conforme al pensamiento supremo de Dios, como veremos a continuación: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55.8 al 9 –
“Y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salud por la fe que es en Cristo Jesús. Toda Escritura es inspirada divinamente y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instituir en justicia, Para que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente instruído para toda buena obra” (2 Timoteo 3.15 al 17 –\RVR1909 ).
De manera que se requiere amar a Dios integralmente, con todo el cuerpo y la mente, las acciones, comportamiento, conducta y hechos en general, para toda la eternidad, porque la vida presente tiene implicaciones para la vida posterior, en el caso de la salvación y vida eterna. De lo contrario seríamos cierto tipo de vasija o vaso, ya sea para deshonra o para la honra, según los principios, valores y virtudes: “Así que, si alguno se limpiare de estas cosas, será vaso para honra, santificado, y útil para los usos del Señor, y aparejado para todo buena obra. Huye también los deseos juveniles; y sigue la justicia, la fe, la caridad, la paz, con los que invocan al Señor de puro corazón” (2 Timoteo 2.21 al 22 –
La actitud, carácter, ego, emociones, personalidad, sentimientos y temperamento siempre han existido, implícitos e intrínsecos en el ser humano desde Adán y Eva. Esto requiere recapitulación de lo siguiente:
La Dilatría es la adoración exclusiva a Dios Padre y a su Hijo, que son una pluralidad de dos, el Padre y el Hijo. Jesucristo dice en exclamación y oración: “Yo te he glorificado en la tierra: he acabado la obra que me diste que hiciese. Ahora pues, Padre, glorifícame tú cerca de ti mismo con aquella gloria que tuve cerca de ti antes que el mundo fuese” (Juan 17.4 al 5 –
Jesucristo dijo: “He aquí, yo estoy á la puerta y llamo: si alguno oyere mi voz y abriere la puerta, entraré á él, y cenaré con él, y él conmigo. Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono; así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono” (Apocalipsis 3.20 al 21 –
El ángel caído, líder de la rebelión en representación de sus seguidores, recibe una segunda oportunidad de perdón en el Edén, para recapacitar y reivindicar su decisión, así guiar y orientar a Adán y Eva en la mejor decisión de fidelidad y lealtad a Dios. La Biblia dice: “En Edén, en el huerto de Dios estuviste… hasta que se halló en ti maldad… Con la multitud de tus maldades, y con la iniquidad de tu contratación ensuciaste tu santuario: yo pues saqué fuego de en medio de ti, el cual te consumió, y púsete en ceniza sobre la tierra á los ojos de todos los que te miran… en espanto serás, y para siempre dejarás de ser” (Ezequiel 28.13 al 19 –
Luego los ángeles caídos son encarcelados para el juicio final: “Porque si Dios no perdonó á los ángeles que habían pecado, sino que habiéndolos despeñado en el infierno con cadenas de oscuridad, los entregó para ser reservados al juicio” (2 Pedro 2.4 –
Hay una profecía que se les menciona a Adán y Eva, acerca de la rivalidad entre la simiente del mal y la simiente que es Cristo (Génesis 3.15). La promesa de salvación y vida eterna, es que los que están en Cristo en su Segunda Venida y los que han muerto en Cristo, reciben cuerpo transformado y vuelven a ser ángeles del séquito celestial (Marcos 12.25). Los que están vivos o muertos sin arrepentimiento, conversión y resarcimiento, sin el llamamiento y nuevo nacimiento, se conservan o resucitan con el mismo cuerpo carnal humano que tienen al morir (Apocalipsis 20.12). Por consiguiente, el cuerpo corruptible es destruido con dolor y sufrimiento personal: “Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga” (Mateo 13.41 al 43 –
Hay una serie de interrogantes, por ejemplo, ¿qué sucede con los que mueren en el vientre de la madre antes de nacer? Se presume la inocencia de los neonatos e infantes, que inicia en la concepción del cigoto, en la fecundación humana del espermatozoide con el óvulo. ¿Qué determina el orden cronológico de la venida encarnada de cada ángel indeciso en forma de ser humano? Está establecido para todo ser humano morir una sola vez y después su juicio, ya sea previo o final, de manera que el orden cronológico lo establece cada nacimiento humano a nivel global. ¿Hasta cuándo vendrán los ángeles indecisos como seres humanos? El día y la hora solo lo sabe Dios Padre en su sola potestad. Se determina que el día y la hora es cuando en cantidad o número se cumpla el último justo en completar la lista. ¿Qué define a los escogidos o predestinados para la salvación y vida eterna? La predestinación consiste en escoger ser como Jesucristo, quien renunció a su propia voluntad para hacer la sola voluntad del Padre. Predestinados se refiere a que hay una preexistencia del ser humano como ángel indeciso, que son predestinados desde antes de la fundación del mundo, para venir a tomar una decisión definitiva. ¿Todos los ángeles indecisos encarnan en igualdad o hay diferencias? La única encarnación diferente fue la del Hijo de Dios, porque en la concepción y fecundación de ninguna manera se requirió de la parte paterna, sino por obra del Espíritu Santo de Dios.
Entre otras consultas o cuestionamientos están los siguientes: ¿hay seres humanos que no procedan previamente como ángeles indecisos? La constitución y forma del ser humano es un poco menor que el de ángel, pero con la promesa de cuerpo transformado recupera el cuerpo celestial como ángel. Las diferencias culturales, étnicas, idiomáticas y de pigmentación de la piel, varían según el clima, habitad geográfico, la luz solar y la producción de melanina en el cuerpo. La homologación y unidad de los seres humanos es que todos somos ángeles indecisos. Nunca han existido razas humanas sino un solo género humano o una sola raza humana. Eva es madre de todos los vivientes, Adán es el progenitor. De una sola sangre proceden todos los habitantes sobre la faz de nuestro planeta. ¿Por qué existe un solo género humano como raza humana? Hay un solo género como raza humana, porque los ángeles indecisos son asexuados, sin sexo, que ni se casan ni se dan en matrimonio, pero en la encarnación requieren de dos sexos, femenino y masculino para su procreación. Por lo tanto, la unión sexual entre sexos es en la condición y a nivel de seres humanos, que no existe en el séquito celestial como ángeles. Los que alcanzan la promesa de resurrección con el cuerpo transformado es cuerpo celestial de ángel.
La siguiente interrogante entre otras, ¿vino Jesucristo por un grupo específico de ángeles indecisos de una nación o pueblo? Jesucristo vino por los suyos del séquito celestial, pero no todos lo recibieron con reconocimiento, sino los que reconocen su nombre. Esta respuesta requiere más análisis y comentario al respecto en profundidad. De esto se trata el tema la medida de Cristo y fe en el ser interior que se describe a continuación:
Ser una vida de bendición para Dios tiene relación con la consagración y santificación, para vivir lo íntimo y esencial en la relación personal con Dios. El Salmo 103.1 dice: “Salmo de David. BENDICE, alma mía á Jehová; Y bendigan todas mis entrañas su santo nombre” (
Además la Biblia aclara lo siguiente: “Por lo cual Dios también le ensalzó á lo sumo, y dióle un nombre que es sobre todo nombre; Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y de los que en la tierra, y de los que debajo de la tierra; Y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, á la gloria de Dios Padre” (Filipenses 2.9 al 11 –
“Mas el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella están serán quemadas. Pues como todas estas cosas han de ser deshechas, ¿qué tales conviene que vosotros seáis en santas y pías conversaciones, Esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos siendo encendidos serán deshechos, y los elementos siendo abrasados, se fundirán?” (2 Pedro 3.10 al 12 –\RVR1909 ).
Los cielos (primer y segundo cielo) siendo encendidos serán deshechos, y los elementos siendo abrasados, se fundirán. Esto es un envolver en fuego universal del espacio, materia y tiempo. Dios es Espíritu y el lugar de habitación de Dios es el reino de los cielos como reino espiritual. El Hijo y el séquito celestial son seres espirituales que son corpóreos con cuerpo celestial. Lo que es envuelto en fuego es el espacio, materia y tiempo creado temporalmente para el hábitat del ser humano, que se desenvuelve en leyes físicas que no tienen cabida en el reino celestial:
“El primer hombre, es de la tierra, terreno: el segundo hombre que es el Señor, es del cielo. Cual el terreno, tales también los terrenos; y cual el celestial, tales también los celestiales. Y como trajimos la imagen del terreno, traeremos también la imagen del celestial. Esto empero digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios; ni la corrupción hereda la incorrupción” (1 Corintios 15.47 al 50 –\RVR1909 ).
Traemos la imagen del terreno, en el sentido de corrupción y mortalidad, porque el cuerpo humano cuando muere se corrompe en descomposición y putrefacción, mientras que tendremos la imagen del celestial en incorrupción e inmortalidad, porque seremos ángeles del séquito celestial. Ningún ser humano siendo corruptible y mortal, en su condición corporal, ha ascendido al cielo de la habitación de Dios (tercer cielo). La Biblia dice: “DIOS, habiendo hablado muchas veces y en muchas maneras en otro tiempo á los padres por los profetas, En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, al cual constituyó heredero de todo, por el cual asimismo hizo el universo” (Hebreos 1.1 al 2 –
El salmista dice que fuera de Dios nada desea en la tierra, mas la roca de su corazón y porción es Dios para siempre. La roca de nuestro ser interior es Cristo: “Y todos en Moisés fueron bautizados en la nube y en la mar; Y todos comieron la misma vianda espiritual; Y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la piedra espiritual que los seguía, y la piedra era Cristo. Mas de muchos de ellos no se agradó Dios; por lo cual fueron postrados en el desierto” (1 Corintios 10.2 al 5 –
“Si no hubiese hecho entre ellos obras cuales ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; mas ahora, y las han visto, y me aborrecen á mí y á mi Padre. Mas para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley: Que sin causa me aborrecieron. Empero cuando viniere el Consolador, el cual yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio de mí. Y vosotros daréis testimonio, porque estáis conmigo desde el principio” (Juan 15.24 al 27 –\RVR1909 ).
Los que aceptan, identifican y reconocen al Hijo de Dios, se deciden a seguir con fidelidad y lealtad su autoridad, para volver a la condición de estar a su lado desde el principio, así como era en el estado de seres celestiales del séquito celestial: “NO se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay: de otra manera os lo hubiera dicho: voy, pues, á preparar lugar para vosotros. Y si me fuere, y os aparejare lugar, vendré otra vez, y os tomaré á mí mismo: para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14.1 al 3 –
Los siguientes pasajes son claves: “Entonces Pedro, abriendo su boca, dijo: Por verdad hallo que Dios no hace acepción de personas; Sino que de cualquiera nación que le teme y obra justicia, se agrada. Envió palabra Dios á los hijos de Israel, anunciando la paz por Jesucristo; éste es el Señor de todos” (Hechos 10.34 al 36 –
Jesucristo mismo en el camino a Emaús le dijo lo siguiente a uno llamado Cleofas y a otro caminante que le acompañaba: “Entonces él les dijo: ¬Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y de todos los profetas, declarábales en todas las Escrituras lo que de él decían” (Lucas 24.25 al 27 –
¿Por qué es necesaria la crucifixión y redención y a la vez si hubieran conocido la sabiduría nunca se habría crucificado al Señor? La Biblia dice: “Mas Jesús, habiendo otra vez exclamado con grande voz, dió el espíritu. Y he aquí, el velo del templo se rompió en dos, de alto á bajo: y la tierra tembló, y las piedras se hendieron” (Mateo 27.50 al 51 –
“Y no como Moisés, que ponía un velo sobre su faz, para que los hijos de Israel no pusiesen los ojos en el fin de lo que había de ser abolido. Empero los sentidos de ellos se embotaron; porque hasta el día de hoy les queda el mismo velo no descubierto en la lección del antiguo testamento, el cual por Cristo es quitado. Y aun hasta el día de hoy, cuando Moisés es leído, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. Mas cuando se convirtieren al Señor, el velo se quitará. Porque el Señor es el Espíritu; y donde hay el Espíritu del Señor, allí hay libertad” (2 Corintios 3.13 al 17 –\RVR1909 ).
El cumplimiento de las Escrituras es retirar el velo mediante Jesucristo. Este cesamiento por rasgadura del velo es en dos sentidos, tanto como seres humanos y como seres preexistentes de ángeles indecisos. El convertirse al Señor Jesucristo nos da la libertad del Espíritu Santo de Dios, que opera tanto en el Señor Jesucristo como en todos los hijos de Dios. ¿Qué representa el descubrimiento del velo según su significado o simbolismo? El velo es la indecisión, el descubrimiento del velo es la decisión de reconocer al Hijo de Dios. Por esta razón el ángel caído junto con sus seguidores en la rebelión, tienen una segunda oportunidad de recapacitar y resarcir el daño al encaminar por el buen Camino a Adán y Eva. Sin embargo, en lugar de retractar y enmendar su decisión con el conocimiento de causa o previo, reciben como consecuencia y resultado de sus acciones, el permanecer con cadenas y en prisiones de oscuridad, por reincidir en la iniquidad, maldad y pecado ensuciando su santuario.
Los ángeles indecisos en reconocer al Hijo, por su misma indecisión ya están condenados, porque esta indecisión es sentencia suficiente para recibir el castigo, pero reciben una segunda oportunidad al venir al mundo, ya que como seres humanos tienen la oportunidad y posibilidad de aceptar a Jesucristo como su Salvador y Señor. Aquí es donde actúa la conversión al Señor para eliminar el velo y ser libres en Cristo. La decisión es solo una idea generada en el pensamiento del proceso mental, la consecuencia o resultado es materializar la decisión, o sea, dar existencia en la realidad con las acciones, actos o hechos de la persona. Por esta razón la decisión no es buena ni mala, porque es un proceso invisible de la mente, que se refleja y hace visible con la actuación del comportamiento y la conducta. Por ejemplo, Jesucristo menciona la siguiente parábola: “Mas, ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y llegando al primero, le dijo: Hijo, ve hoy á trabajar en mi viña. Y respondiendo él, dijo: No quiero; mas después, arrepentido, fué. Y llegando al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Yo, señor, voy. Y no fué” (Mateo 21.28 al 30 –
Así es la libertad en Cristo, porque entre más conscientes somos en Cristo seremos más libres, ya que se refuerza el pensamiento de Jesucristo en nuestra actividad cerebral: “Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿quién le instruyó? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo” (1 Corintios 2.16 –
“Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe” (Filipenses 3.7 al 9 –\RVR60 ).
En relación con la fe, hay cerebro con fe, por ejemplo el cerebro de Abel, y el cerebro sin fe, por ejemplo el cerebro de Caín, este último es el cerebro instintivo de supervivencia, porque puede tener certeza, confianza, convicción y seguridad, conforme a la necesidad propia para sobrevivir y apegado al mundo terrenal. Mientras que el cerebro con fe, tiene otro nivel de conocimiento e información, porque la fe trasciende al mismo cerebro funcional y orgánico. El cerebro por sí mismo tiene anatomía, biología, fisiología, genética y neurología, que influye el funcionamiento del sistema nervioso, pero la fe implica cierta acción, creencia, empoderamiento, energía, fuerza y poder del ser interior relacionada con el mover del Espíritu Santo, para accionar y direccionar nuestro comportamiento y conducta en un sentido:
“Por esta causa doblo mis rodillas al Padre de nuestro Señor Jesucristo, Del cual es nombrada toda la parentela en los cielos y en la tierra, Que os dé, conforme á las riquezas de su gloria, el ser corroborados con potencia en el hombre interior por su Espíritu. Que habite Cristo por la fe en vuestros corazones; para que, arraigados y fundados en amor, Podáis bien comprender con todos los santos cuál sea la anchura y la longura y la profundidad y la altura, Y conocer el amor de Cristo, que excede á todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. Y á Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos ó entendemos, por la potencia que obra en nosotros, A él sea gloria en la iglesia por Cristo Jesús, por todas edades del siglo de los siglos. Amén” (Efesios 3.14 al 21 –\RVR1909 ).
¿Cuál es nuestro santuario y cómo lo podemos ensuciar? Nuestro santuario es que habite Cristo por la fe en nuestro ser interior. Se define como el área previa del tabernáculo separado por el velo del lugar interior en profundidad, donde está lo más sagrado y santo, que representa a Jesucristo. El velo nos imposibilita recibir y ver a Cristo, porque la decisión implica actividad cerebral y firmeza del ser interior, para actuar con la disciplina anímica, dominio propio e integridad del ejemplo y modelo de Jesucristo. La Biblia contiene mucha simbología con su correspondiente interpretación, representación y significado. Cada época contribuye con nuevos elementos de fundamentos y principios, que mejoran la comprensión y el entendimiento. Por ejemplo, el aporte de la ciencia y sus especialidades con la conceptualización o definición, descubrimiento y explicación, acerca de la sinapsis de la función de comunicación y relación entre células, la conexión entre neuronas y la interrelación de los neurotransmisores. Las reacciones bioquímicas o químicas, la comunicación sensorial e impulsos eléctricos o electromagnéticos, según su interacción con campos eléctricos o magnéticos, son afectados por el “llamado de Dios” en la sinapsis que subyace en la función cerebral: “Porque te tomé de los confines de la tierra, y de tierras lejanas te llamé, y te dije: Mi siervo eres tú; te escogí, y no te deseché. No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” (Isaías 41.9 al 10 –
Este llamado de Dios es para la comunión con su Hijo: “Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor” (1 Corintios 1.9 –
Hay un contraste entre el juicio y reflexión con lo que es propio de lo instintivo, sin la madurez del buen juicio, prudencia y sensatez. La Biblia dice: “Hermanos, no seáis niños en el modo de pensar, sino sed niños en la malicia, pero maduros en el modo de pensar” (1 Corintios 14.20 –
La relación neurológica y psicológica, cuando sucede la intervención del conocimiento de Dios, la llamamos Psicoteología: la neurociencia de la fe. Surge de la energía, fuerza y poder de la palabra de Dios, la certeza, convicción y seguridad que materializa y se hace visible con nuestras acciones, actos y hechos cotidianos. Se desencadenan reacciones bioquímicas en la persona, de los mensajeros químicos en la comunicación entre células, con los neurotransmisores que transmiten los impulsos nerviosos entre neuronas. Así por ejemplo, con la función y la generación de hormonas que resultan en la manifestación del estado de ánimo en el ser interior, se determina e influye la actitud, carácter, ego, emociones, personalidad, sentimientos y temperamento. El pensamiento se refleja y hace visible con la reacción del comportamiento y la conducta en una dirección y sentido conforme a la intención y voluntad de Dios. Predomina y prevalece el ser amable y generoso con los demás, el buen trato y mejor persona de bien. Todo a la medida de la fe y Cristo en el ser interior. Así se cumple la cognición de Cristo en nosotros, no solamente por la capacidad de procesamiento de aceptar y reconocer el conocimiento de Cristo, sino de recibir su fe espiritual, que solo Jesucristo puede dar. La Biblia dice: “Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal” (Hebreos 5.13 al 14 –
En el caso de lo que atañe a lo relacionado con Dios, es el temperamento que funciona como catalizador, impulsor, motor o propulsor, para proporcionar la energía específica que estimula la neurona en la comunicación e interacción con otras neuronas, que generan los pensamientos que resultan en determinado comportamiento y conducta, de la actitud, carácter, ego, emociones, personalidad y sentimientos. En esta situación psicoteológica de la neurociencia de la fe, según el temperamento se facilita o imposibilita la generación de reacción química, que es consecuente de la fe que se demuestra en la forma de actuar y ser. El temperamento es la combustión e inyección iniciadora de la reacción de las señales bioquímicas, eléctricas, electromagnéticas o fotoquímicas, según corresponda, para la actividad funcional de las neuronas en la generación del pensamiento y reacción que agrada a Dios, según su intencionalidad y voluntad divina. Algunos consideran que el sistema límbico como estructura cerebral, influye en el comportamiento y las emociones. Así el sistema límbico se conecta al sistema nervioso y en su función influye en el resto del cuerpo. El temperamento es determinante en la demás composición del ser interior, también el sistema límbico afecta los cambios de humor, control y reacción del ser interior en sus emociones. También su relación con la personalidad, los sentimientos, entre otros del ser interior. Debido a los descubrimientos que se han realizado acerca del sistema límbico, se podría considerar que el temperamento radica en esta estructura cerebral. La obstinación, porfía, terquedad, es un tipo de endurecimiento y rigidez del temperamento, en algunos casos negativo y perjudicial, en otros casos resulta en empeño, firmeza, insistencia, perseverancia, persistencia y rigurosidad. Por otra parte, la desesperanza, frustración e irritación causa un daño anímico de desmotivación de gran nivel y gravedad para quién lo padece, hasta el fastidio ostensible de berrinche, cambio de humor, rabieta y otros estallidos emocionales e impulsividad.
Por lo tanto, el temperamento límbico en relación con lo que atañe a Dios, requiere la iniciativa y toma de decisión de amar y servir, con el deseo de aprender y obedecer a Dios. De este accionar del temperamento límbico, depende que nuestro reaccionar emocional sea racionalmente o visceralmente, debido a la acción y comunicación bidireccional del control, regulación y movilidad corporal, que se ejerce a través del sistema nervioso en toda la fisiología orgánica del cuerpo, su conexión con el cerebro y la influencia de la estructura del sistema límbico en todo el cuerpo. La dificultad que presenta el temperamento, es su filtro propio para el bloqueo o desbloqueo de aceptar y reconocer, ya sea con flexibilidad o rigidez el llamamiento de la palabra de Dios. Esto acciona las neuronas para su comunicación y recorrido de los datos e información, desde su origen y entre neuronas, para finalmente manifestarse con las reacciones conductuales y del comportamiento de forma negativa o positiva, consecuencia y resultado de la acción, acto o hecho cotidiano, que surge de lo invisible a lo visible. Por esta razón Jesucristo dijo: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11.29 –
Al decir Jesucristo la expresión “de corazón” se refiere al ser interior, como se ha mencionado, la actitud, carácter, ego, emociones, personalidad, sentimientos y temperamento. Los cinco sentidos funcionan como un sensor corporal, por medio de los órganos sensoriales del gusto, oído, olfato, tacto y vista, mediante un sistema de transmisión de señales en las fibras nerviosas y el procesamiento e interpretación de las mismas en el cerebro. Hay una complementariedad e interacción conjunta entre el sistema límbico y la corteza cerebral. ¿Cómo o qué estimula los impulsos o señales eléctricas, en la célula nerviosa o neurona, cuando se trata de la relación íntima y personal del creyente con Dios? En todo el cuerpo hay células nerviosas o neuronas que requieren de electricidad y magnetismo, para combinar el electromagnetismo necesario en el funcionamiento y procesamiento de la red celular nerviosa o neurológica, tanto en la estructura cerebral como en el sistema nervioso corporal. Converge en la memoria sensorial el ver las Sagradas Escrituras impresas y el palpar del sentir su material escrito. Leer su contenido es escucharse así mismo, sea oral o mentalmente con la lectura de la Biblia. Esta escrito lo siguiente: “Mas no todos obedecen al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído á nuestro anuncio? Luego la fe es por el oir; y el oir por la palabra de Dios. Mas digo: ¿No han oído? Antes bien, Por toda la tierra ha salido la fama de ellos, Y hasta los cabos de la redondez de la tierra las palabras de ellos” (Romanos 10.16 al 18 –
Ver impresa la palabra de Dios, tocar su literatura escrita, realizar su lectura y oír el evangelio y mensaje en profundidad de las Sagradas Escrituras, confluye como un estímulo del aprendizaje y de la creación de conocimiento, donde la fe se cultiva, nace, crece y se desarrolla con el oír la palabra de Dios. Se genera cierta energía electromagnética en el ser humano, con el efecto de fuerza y poder en el mover del pensamiento a la obediencia a Dios: “Destruyendo consejos, y toda altura que se levanta contra la ciencia de Dios, y cautivando todo intento á la obediencia, de Cristo” (2 Corintios 10.5 –
El combinatorio entre la corteza cerebral y el sistema límbico tiene un caso particular de una memoria específica que su accionar es selectivo, especialmente un tipo de memoria emocional preexistente al ser humano y transmitido con un origen común, por causa de los ángeles indecisos del séquito celestial. Por esta razón no todos los oyentes de la palabra de Dios se vuelven creyentes practicantes, porque depende de la identidad celestial como hijos de Dios a su imagen y semejanza, en relación con la eternidad y santidad. En este caso, la memoria preexistente, es un vestigio vinculado a la eternidad y santidad desde sus orígenes, que no en todo ser humano se activa y se cumple su efecto ancestral del origen. La Biblia dice: “Bendito el Dios y Padre del Señor nuestro Jesucristo, el cual nos bendijo con toda bendición espiritual en lugares celestiales en Cristo: Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él en amor; Habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos por Jesucristo á sí mismo, según el puro afecto de su voluntad” (Efesios 1.3 al 5 –
“Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. Porque como desciende de los cielos la lluvia, y la nieve, y no vuelve allá, sino que harta la tierra, y la hace germinar y producir, y da simiente al que siembra, y pan al que come, Así será mi palabra que sale de mi boca: no volverá á mí vacía, antes hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” (Isaías 55.9 al 11 –\RVR1909 ).
Entonces, en el cerebro la creación y formulación de ideas es un proceso neurológico, que en el caso de lo referente al ser interior se afecta según la percepción del individuo, a través del uso de los sentidos corporales. A partir de la generación inicial mediante la sensibilidad sensorial de los sentidos, hay un procesamiento en todo el proceso de conexión y reacciones electromagnéticas y electroquímicas, para lograr con eficiencia el fin último de la máxima comprensión y el entendimiento. Esto se define como la aptitud de la inteligencia, que eleva a su mayor expresión la realidad congruente con la verdad, sea circundante e interior. Dios ilumina, inspira y mueve el ser interior en la mente y pensamiento de la persona. Los pensamientos de Dios son diferentes a los pensamientos humanos, lo que significa que así como hay cuerpo celestial y cuerpo terrenal, la energía como la conocemos terrenalmente, es diferente de la energía que procede de Dios. Por este motivo en la creación Dios materializa la energía, o sea, de la energía surge el espacio, materia y tiempo. A manera de simbología, las leyes que rigen todo el universo existen por medio de Dios: “El sol nunca más te servirá de luz para el día, ni el resplandor de la luna te alumbrará; sino que Jehová te será por luz perpetua, y el Dios tuyo por tu gloria” (Isaías 60.19 –
La inmensidad e inmensurable energía de Dios es la más alta y superior energía existente. ¿Cómo saber si en nuestra energía natural y terrenal hay destello de la energía de Dios? ¿Cómo percibir con nuestro sentido y ser interior lo mismo que percibe Jesucristo el Hijo de Dios? La Biblia dice al respecto en el camino de Emaús acerca de Jesús y los dos caminantes: “Y aconteció, que estando sentado con ellos á la mesa, tomando el pan, bendijo, y partió, y dióles. Entonces fueron abiertos los ojos de ellos, y le conocieron; mas él se desapareció de los ojos de ellos. Y decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?” (Lucas 24.30 al 32 –
“Yo dije: Atenderé a mis caminos, Para no pecar con mi lengua; Guardaré mi boca con freno, En tanto que el impío esté delante de mí. Enmudecí con silencio, me callé aun respecto de lo bueno; Y se agravó mi dolor. Se enardeció mi corazón dentro de mí; En mi meditación se encendió fuego, Y así proferí con mi lengua: Hazme saber, Jehová, mi fin, Y cuánta sea la medida de mis días; Sepa yo cuán frágil soy” (Salmos 39.1 al 4 –\RVR60 ).
La energía de Dios materializa la creación de la nada: “Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía” (Hebreos 11.3 –
De manera que en la relación de la corteza cerebral y el sistema límbico, intervienen procesos de aprendizaje, memoria y recuerdo, con la energía de Dios, para el cometido eficiente de lograr el propósito de identificar y reconocer el conocimiento relacionado con Dios. Nuestra identidad de lo que somos es el ser interior, el centro del ser interior es el temperamento, por un lado la actitud temperamental, el carácter temperamental y el ego temperamental. Por otro lado, las emociones temperamentales, la personalidad temperamental y los sentimientos temperamentales. El temperamento representa a manera de simbología, nuestra chispa divina, que es el detonante que activa o desactiva el deseo de hacer la voluntad de Dios. El centro del ser humano es la corteza cerebral y el sistema límbico. El centro de nuestro ser interior es el temperamento, que afecta sus componentes, inclusive las emociones, junto con el resultado y consecuente comportamiento y conducta. El centro del universo y toda la existencia es el Hijo de Dios, nuestro ejemplo y modelo de vida en nuestro ser exterior e interior. El temperamento es el sistema de flexibilidad o endurecimiento al obedecer a Dios. La Biblia dice lo siguiente:
“Mas á Moisés dice: Tendré misericordia del que tendré misericordia, y me compadeceré del que me compadeceré. Así que no es del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. Porque la Escritura dice de Faraón: Que para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi potencia, y que mi nombre sea anunciado por toda la tierra. De manera que del que quiere tiene misericordia; y al que quiere, endurece” (Romanos 9.15 al 18 –\RVR1909 ).
El sistema nervioso tiene interacción bidireccional con otros sistemas como el endocrino (órganos y glándulas productoras de hormonas) y el inmunitario (protege al cuerpo de enfermedades), la armonía del cerebro con lo corporal y viceversa, requiere un balance de equilibrio adecuado, para que sea saludable la relación de la corteza cerebral con el sistema límbico. Toda esta aclaración o explicación existe desde la creación de Dios, hace alrededor de seis mil años, sin embargo, en la actualidad se trata de explicar y justificar científicamente, la afectación o influencia del discernimiento y juicio moral. Las reacciones del ser interior determinan nuestro comportamiento y conducta, congruente o incongruente con las decisiones éticas y morales, sentido común, lógico y racional, según el funcionamiento óptimo de la relación del sistema límbico con la corteza cerebral. La libertad en Cristo es que nuestra psicoteología, sea una neurociencia de la fe según el ejemplo y modelo del Hijo de Dios, nuestro Salvador y Señor Jesucristo. Así hay una medida de la fe: “Digo pues por la gracia que me es dada, á cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con templanza, conforme á la medida de la fe que Dios repartió á cada uno” (Romanos 12.3 –
“El que de arriba viene, sobre todos es: el que es de la tierra, terreno es, y cosas terrenas habla: el que viene del cielo, sobre todos es. Y lo que vió y oyó, esto testifica: y nadie recibe su testimonio. El que recibe su testimonio, éste signó que Dios es verdadero. Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla: porque no da Dios el Espíritu por medida. El Padre ama al Hijo, y todas las cosas dió en su mano. El que cree en el Hijo, tiene vida eterna; mas el que es incrédulo al Hijo, no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Juan 3.31 al 36 –\RVR1909 ).