LA CRUELDAD E INDIFERENCIA DEL INMISERICORDE


Los ángeles del séquito celestial se agradan y ven como bueno, cada vez que un ángel indeciso se decide por la fidelidad y lealtad al Hijo de Dios: “Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente” (Lucas 15.10 – \RVR1909). Los ángeles indecisos quedaron con la incertidumbre y perplejos por causa de la rebelión:


“¿Quién será aquel que diga, que vino algo que el Señor no mandó? ¿De la boca del Altísimo no saldrá malo y bueno? ¿Por qué murmura el hombre viviente, el hombre en su pecado? Escudriñemos nuestros caminos, y busquemos, y volvámonos a Jehová. Levantemos nuestros corazones con las manos a Dios en los cielos. Nosotros nos hemos rebelado, y fuimos desleales; tú no perdonaste” (Lamentaciones 3.37 al 42 – \RVR1909).

¿Cuál es la crueldad e indiferencia del que es un inmisericorde? La crueldad e indiferencia de la persona inmisericorde, es el reclutamiento para la deslealtad e infidelidad a Dios. Así se ensucia el santuario del cuerpo humano, que es el templo del Espíritu Santo de Dios, cuando al inmisericorde no le basta con hacer el daño en perjuicio de sí mismo ante Dios, sino que trata de arrastrar al mal a otros en su entorno. ¿Es o no es consciente un inmisericorde del mal que hace? Analicemos el siguiente caso mencionado por Jesús: “Y él respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, macho y hembra los hizo, Y dijo: Por tanto, el hombre dejará padre y madre, y se unirá á su mujer, y serán dos en una carne? Así que, no son ya más dos, sino una carne: por tanto, lo que Dios juntó, no lo aparte el hombre” (Mateo 19.4 al 6 – \RVR1909). Pero también al principio se presenta el siguiente caso, en claro desafío a lo establecido por Dios: “Y a Enoc le nació Irad, e Irad engendró a Mehujael, y Mehujael engendró a Metusael, y Metusael engendró a Lamec. Y Lamec tomó para sí dos mujeres; el nombre de la una fue Ada, y el nombre de la otra, Zila” (Génesis 4.18 al 19 – \RVR60). Hay una diferencia entre lo que Dios establece como la justicia para el ser humano o lo que Dios le permite en irreverencia al humano, sin llegar al inevitable momento de ser destruido por su mal ejemplo de insolencia, por causa del atrevimiento, descaro, irrespeto y ofensa ante Dios. Desde el principio el ser humano es displicente e indolente ante el Creador: “Y vió Jehová que la malicia de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Génesis 6.5 – \RVR1909).


El ángel caído fue el primer cruel e indiferente inmisericorde, que arrastra por reclutamiento a la tercera parte de ángeles del séquito celestial. Luego en el Edén le menciona a Adán y Eva que serán como Dios con el conocimiento del bien y del mal (Génesis 3.5). Jesucristo dijo que desde el principio el ángel caído no permanece en la verdad y es mentiroso (Juan 8.44) y Eva misma reconoce que fue engañada (Génesis 3.13). Además Jesucristo menciona que solo Dios es bueno (Marcos 10.18; Lucas 18.19), porque representa absolutamente el bien y todo lo que es bueno. El ángel caído induce a Adán y Eva en “un yerro” de creer que ser como Dios implica el bien y el mal, sin embargo, Dios es solamente el bien, el ángel caído es quien representa el mal. Por definición, en este “yerro” hay un descuido y equivocación de Adán y Eva, por causa de la confusión e inadvertencia de parte del ángel caído. Aunque, Adán y Eva reciben la advertencia previa directamente de Dios. De manera que hay un dolo de engaño y trampa por parte del ángel caído. En el dolo se comete el delito con voluntad deliberada y consciente de la ilicitud, o sea, en este caso a sabiendas de lo que Dios ha determinado como lícito, según la Ley de Dios que determina lo que es autorizado, justo y permitido.


En este caso el inmisericorde es consciente del mal que hace y que es capaz de perjudicar a los demás, pero no le importa. En su primera caída, el ángel recibe justa retribución de consecuencia y resultado de su decisión, no obstante, en su segunda oportunidad en el Edén y con plena conciencia, se comporta y actúa como un vil ser, que es un cruel e indiferente inmisericorde. Así contagia y contamina al ser humano con el mal, opera desde las prisiones de oscuridad para destruir la mayor cantidad posible de ángeles indecisos: “Sed templados, y velad; porque vuestro adversario el diablo, cual león rugiente, anda alrededor buscando á quien devore: Al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que las mismas aflicciones han de ser cumplidas en la compañía de vuestros hermanos que están en el mundo” (1 Pedro 5.8 al 9 – \RVR1909). Por ejemplo, los hijos de Dios en el comportamiento y conducta, se mezclaron con mujeres de hombres malos y perversos, que corrompieron sus buenas costumbres:


“Y ACAECIO que, cuando comenzaron los hombres á multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, Viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomáronse mujeres, escogiendo entre todas. Y dijo Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne: mas serán sus días ciento y veinte años. Había gigantes en la tierra en aquellos días, y también después que entraron los hijos de Dios á las hijas de los hombres, y les engendraron hijos: éstos fueron los valientes que desde la antigüedad fueron varones de nombre” (Génesis 6.1 al 4 – \RVR1909).

Tal es el caso del mal ejemplo que encontramos en Salomón, porque no es un asunto de cultura o sociedad, sino de desobediencia a la voluntad de Dios ante los demás observadores o testigos a nuestro alrededor:


“EMPERO el rey Salomón amó, á más de la hija de Faraón, muchas mujeres extranjeras: á las de Moab, á las de Ammón, á las de Idumea, á las de Sidón, y á las Hetheas; Gentes de las cuales Jehová había dicho á los hijos de Israel: No entraréis á ellas, ni ellas entrarán á vosotros; porque ciertamente harán inclinar vuestros corazones tras sus dioses. A éstas pues se juntó Salomón con amor. Y tuvo setecientas mujeres reinas, y trescientas concubinas; y sus mujeres torcieron su corazón. Y ya que Salomón era viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses ajenos; y su corazón no era perfecto con Jehová su Dios, como el corazón de su padre David. Porque Salomón siguió á Astaroth, diosa de los Sidonios, y á Milcom, abominación de los Ammonitas. E hizo Salomón lo malo en los ojos de Jehová, y no fué cumplidamente tras Jehová como David su padre. Entonces edificó Salomón un alto á Chêmos, abominación de Moab, en el monte que está enfrente de Jerusalem; y á Moloch, abominación de los hijos de Ammón. Y así hizo para todas sus mujeres extranjeras, las cuales quemaban perfumes, y sacrificaban á sus dioses. Y enojóse Jehová contra Salomón, por cuanto estaba su corazón desviado de Jehová Dios de Israel, que le había aparecido dos veces, Y le había mandado acerca de esto, que no siguiese dioses ajenos: mas él no guardó lo que le mandó Jehová” (1 Reyes 11.1 al 10 – \RVR1909).

Según el comportamiento y la conducta hay hijos de Dios, con la convicción, firmeza y seguridad de obedecer a Dios. Por esta razón, influye la disciplina, intención, motivación y voluntad conforme al deseo de Dios en sus hijos. Además, están los que se comportan y conducen solamente como hijos de los hombres, que humanamente nada les retrae de lo que piensan hacer, no se apartan ni se disuaden de sus intenciones y voluntades propias, que no toman en cuenta a Dios en sus acciones, actos o hechos: “Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo;… Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres. Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un lenguaje: y han comenzado á obrar, y nada les retraerá ahora de lo que han pensando hacer” (Génesis 11.4 al 6 – \RVR1909). Estos seres humanos viven indiferentes a la percepción de la realidad de Dios, porque desprecian la comprensión y el entendimiento del bien de Dios, apegados a una cultura, educación y sociedad distorsionada en lo carnal y terrenal. Hay corrientes del mundo en relación con la normalización de prácticas consideradas como normales, pero que promueven la maldad y perversión, justificadas como una vida aceptada y sistemática de costumbres y tradiciones sociales, que en el fondo ideológico son impiedosas, contrarias a la voluntad establecida por Dios. La crueldad e indiferencia del inmisericorde, puede ser el mal ejemplo de una persona en lo individual o un sistema en lo colectivo, que corrompe la sociedad en general. La Biblia dice: “Que habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, detractores, desobedientes á los padres, ingratos, sin santidad, Sin afecto, desleales, calumniadores, destemplados, crueles, aborrecedores de lo bueno, Traidores, arrebatados, hinchados, amadores de los deleites más que de Dios” (2 Timoteo 3.2 al 4 – \RVR1909).