SEGUNDA EDICIÓN LA COMUNIDAD DE FE: ACUERDOS DE FE



Basado en la Biblia Versión Reina - Valera Revisión de 1960 (RVR60)

6.5 LA MUJER EN EL MINISTERIO


La mujer desempeña un papel muy importante en el trabajo ministerial. Su participación en los grupos ministeriales y de apoyo es muy valiosa en igualdad de condiciones al varón. Realiza funciones dentro del campo evangelístico, pastoral y de diaconía como se relata en Romanos 16.1 al 15, Filipenses 4.2 al 3 y 1 Timoteo 3.10 al 11. Es anciana en el área pastoral y aconseja a las jóvenes para amar a sus maridos e hijos, ser de buen testimonio, prudentes, castas y cuidadosas de su casa. Son las maestras del bien según Tito 2.3 al 5.


Las profetisas se mencionan en Hechos 21.8 al 9 y 1 Corintios 11.5, conforme con la gracia y voluntad de Dios en repartir sus dones. La Biblia no prohíbe la participación de la mujer, por lo tanto, puede asistir a las reuniones de cualquier grupo ministerial y ayudar en todo lo posible con estas labores, inclusive contribuir en la supervisión de la obra o sea en la función del apostolado, tenemos el caso de Junia o Junias, una mujer de gran estima por los apóstoles en Romanos 16.7. Los apóstoles se acompañaban de sus esposas en los viajes misioneros, ellas cumplían una labor misionera, se puede observar en 1 Corintios 9.5.


La discriminación hacia la mujer no procede de Dios, procede de la misma cultura propia del varón, transmitida por generaciones y condicionada en su favor. El pasaje de 1 Corintios 14.34 al 35, donde se menciona que las mujeres callen en las congregaciones, no se refiere a la mujer en general, sino que hace alusión a las mujeres involucradas en ocasionar desorden en la liturgia, unas por ser profetizas, participar en lenguas y revelación en forma simultánea, otras por interrumpir al preguntar o comentar acerca de la interpretación, y finalmente las mujeres con alabanza presuntuosa de sí mismas, por sobresalir como profetizas sobre el resto de los integrantes de la iglesia, generando un desorden litúrgico.


A lo anterior se suma 1 Timoteo 2.9 al 15, con un sector de mujeres adineradas con otro tipo de presunción, al pretender sobresalir por causa del poder económico (1 Timoteo 6.6 al 10 y 17 al 19), la clave de este análisis está en el profesar piedad y servicio a Dios con modestia, sin lujos posibilitados por las riquezas y despreciativos al necesitado. Este pasaje señala a las mujeres adineradas, porque las mujeres pobres no tienen la posibilidad de poseer oro, perlas, vestidos costosos o peinados ostentosos, con dificultad su capacidad adquisitiva se reduce a lo necesario para subsistir, sin apariencias exteriores de lujo y opulencia.


Ahora bien, el ser humano nada ha traído a este mundo cuando nace y nada se lleva cuando muere. La mujer tiene la distinción más grande de los seres humanos, el privilegio de ser madre, el dar a luz es un acto de mucho riesgo, la mujer con riquezas y la mujer pobre están en igualdad de condiciones, cuando dan a luz, tanto una como la otra corren riesgos, inclusive de perder la vida, pero su vida será preservada y se salva en cada parto; aun la muerte no podría arrebatar su amor, fe, modestia y santificación (1 Timoteo 2.15). Las mujeres o varones con la capacidad económica y benefactores dentro de la iglesia, por el hecho de contribuir no pueden exigir los primeros lugares o posiciones de poder, ni la iglesia debe rendirles pleitesía, por poseer, como dice la carta de Santiago 2.1 al 9, anillo de oro y ropa espléndida.


Entre los requisitos bíblicos de las mujeres está: “Sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad” (1 Timoteo 2.10). Las diaconizas o mujeres diáconos: “… Honestas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en todo” (1 Timoteo 3.11). Se concluye acerca de la participación litúrgica del hombre y de la mujer, que aunque es regulada con requisitos para mantener un orden, no hay prohibición de la mujer para oficiar en el ministerio, su discriminación es por creencia cultural y tradicional.