SEGUNDA EDICIÓN LA COMUNIDAD DE FE: ACUERDOS DE FE



Basado en la Biblia Versión Reina - Valera Revisión de 1960 (RVR60)

6.3 EL DESORDEN LITÚRGICO DE CORINTO


Según 1 Corintios 14.3 el profetizar es para consolación, edificación y exhortación. La Biblia menciona la labor de las profetisas, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento, pero el ejercicio del don de profecía en el nuevo pacto sufre cierta regulación, tanto en la mujer como en el varón, debido a la falta de orden en la liturgia. Dios no es Dios de confusión, sino de paz, afirmado en 1 Corintios 14.33. Ni tampoco es para tener la costumbre de contender (1 Corintios 11.16).


En la comunidad de Corinto se altera la liturgia, por causa de quienes participan desordenadamente al hablar en lenguas y al profetizar, algunos interrumpen al preguntar o conversar acerca de la revelación e interpretación de las lenguas, otros pretenden sobresalir como profetas o profetizas sobre el resto de la membresía, creando un abuso en las participaciones colectivas.


La primera carta a los Corintios insta a hacer todo decentemente, con orden (14.40). Para lograr esto, se regula la participación en la revelación, lenguas e interpretación por turno, a lo más dos o tres y los demás juzguen (14.27, 29 y 31). Esto de juzgar implica creer u opinar para sí mismos, si varios conversan, discuten, murmuran o preguntan a la vez, sumado a quienes hablan en lenguas al mismo tiempo, se genera desorden (14.23). En el caso de las lenguas, cuando no hay quien interprete, se ordena hablar para sí mismo y no en voz alta (14.28). Se manda a callar a quién ha tenido participación, para dar oportunidad a otros (14.30). El desorden genera una mala impresión en las visitas o espectadores: “Si, pues, toda la iglesia se reúne en un solo lugar, y todos hablan en lenguas, y entran indoctos o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos?” (1 Corintios 14.23).


Pablo menciona no menospreciar las profecías, pero recomienda examinar todo y retener lo bueno (1 Tesalonicenses 5.20 al 21). Al examinar la profecía, algunas mujeres incurren en preguntar y conversar en plena actividad litúrgica, otras provocan desorden al participar como profetizas en forma simultánea y en voz alta, otras profetizas con presunción, tratan de figurar al utilizar como excusa el don de profecía sobre los demás, para dar la impresión de mucha consagración o santidad. Todo esto, Pablo lo censura y manda callar a tales mujeres: “Vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar,... porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación” (1 Corintios 14.34 al 35). Según esta recomendación es prioritaria la reverencia y el orden litúrgico, inclusive la mujer no puede libremente divulgar las profecías recibidas, solamente con orden y regulación.


La profecía no es para presumir de posición privilegiada, ante Dios o la iglesia, por presunción de consagración, espiritualidad o santificación. ¿Qué pasa si la visión o sueño, fue por una sugestión de la mente, influenciada por fenómenos naturales, problemas de salud, drogas implícitas en los medicamentos, ignorancia de la palabra de Dios, por causas como la fascinación (engaño o alucinación), obsesión (algunos por síntomas de neurosis depresiva), por ofuscación (que es entenebrecer la razón y confundir las ideas), por persuasión (tratar de convencer o influenciar), por perturbación (sin paz ni tranquilidad), histeria, problemas de psicosis o insomnio? Es peligroso utilizar la profecía, en los casos de fundamentar una doctrina de la iglesia, contradictoria al sentido general de las Sagradas Escrituras, sin edificación o para justificar la maldad o pecado.


En la ciudad de Filipos, se reunieron algunas mujeres junto al río, en el lugar donde suelen orar; primeramente se observa cómo entre ellas se distingue una mujer con el nombre de Lidia, vendedora de púrpura, adoradora de Dios y atenta a la enseñanza de Pablo. El Señor abre el entendimiento de ella y es bautizada con su familia, por haber sido encontrada fiel al Señor (Hechos 16.12 al 15). Por otra parte, en la misma ciudad, una muchacha con la capacidad de predicción y de descubrir lo desconocido, insiste por muchos días en delatar públicamente a Pablo y a los demás creyentes, como hijos del Dios Altísimo y anunciantes del camino de salvación. Al desagradar a Pablo esta actitud, la reprende y ella pierde su capacidad de predecir (Hechos 16.16 al 18). Este caso contrasta con el de Lidia, ambas conscientes de la existencia del Dios verdadero; una lo adora y recibe más conocimiento al aceptar a Cristo en el corazón. La otra, sin razonamiento, sino por intuición, percibe de forma clara la verdad y procede a delatar en voz alta el servicio a Dios, presentado por Pablo y sus acompañantes, pero no recibe la palabra, ni la atesora en su propio corazón.


En el pasado hubo profetisas o sacerdotisas de dioses falsos, algunas entregadas a la fornicación, como un ritual religioso, luego llegan al cristianismo con la presunción de mantener el liderazgo y tomar autoridad sobre el rumbo de la iglesia. Esta es una de las razones, para regular su participación como profetisas, a partir de la iglesia de Corinto. En el Apocalipsis se menciona el caso de la iglesia en Tiatira, donde hay adversidad contra Dios por medio de una mujer llamada Jezabel, se dice supuestamente ser profetisa, pero enseña e induce a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos (Apocalipsis 2.18 al 23). El nombre de esta mujer es comparado con el de una mujer, hija de Et-baal rey de los sidonios, tomada por Acab rey de Israel, inducido a servir y adorar al dios falso Baal, hasta hacer un templo y altar en Samaria, y una imagen de la diosa Asera, para provocar la ira del Dios verdadero de Israel (1 Reyes 16.29 al 33). Acab actúa incitado por su mujer Jesabel (1 Reyes 21.25 al 26), quien mata a los profetas de Dios (1 Reyes 18.4 y 13), y ofrece una fuerte oposición a la palabra de Dios.


Los casos mencionados en el párrafo anterior, son ejemplos de liderazgos mal encaminados, porque el verdadero liderazgo es influir el bien y la rectitud en los demás. Un líder no se impone, logra acuerdos con diálogo y participación. Transmite la información, conocimiento y entendimiento sin recelo. Entre sus características están la humildad, negociación y el servicio. Reconoce cuando no tiene la razón, no puede ser un manipulador sino satisfacer por convencimiento. Un líder tiene aptitud, autoridad con control de sí mismo, capacidad por disposición natural, sabe delegar responsabilidades, suficiencia y toma de decisiones coherentes. Tiene actitud, creatividad, estímulo, intuición, logra interactuar y motivar.