SEGUNDA EDICIÓN LA COMUNIDAD DE FE: ACUERDOS DE FE



Basado en la Biblia Versión Reina - Valera Revisión de 1960 (RVR60)

5.3 LA ADMINISTRACIÓN DESPUÉS DE JESÚS


La cabeza de la iglesia es Jesucristo (Efesios 1.22, 4.15, 5.23; Colosenses 1.18, 2.10 y 19; 1 P. 2.7). El fundamento de apóstoles y profetas, por medio de la palabra de Dios y el sistema ministerial, son la base del edificio, Jesucristo es su fundamento (1 Corintios 3.11) y la principal piedra del ángulo (Efesios 2.20 al 22; 1 Pedro 2.6). Por medio de su obra se da origen y fundamento a la iglesia como un tipo de administración y organización. Es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad (1 Timoteo 3.15), en Cristo Jesús (1 Tesalonicenses 2.14). Pablo menciona la iglesia y dirige sus cartas (1 Corintios 1.2, 10.32, 11.16 y 22; Gálatas 1.13). Hay iglesias locales, con diferentes características y problemáticas, como en Corinto (2 Corintios 1.1). Los integrantes del mundo integran la iglesia universal.


La Biblia dice: “Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio” (1 Corintios 9.14). El obrero ministerial necesita financiamiento, para dedicarse a tiempo parcial o completo al servicio de la obra, siempre y cuando, sea sin lucro, opulencia y ostentación, sino austeridad y modestia, sin lujos ni vanidad.


Otros pasajes resaltan al obrero como digno de su alimento y salario (Mateo 10.10; Lucas 10.7; 2 Corintios 11.8 al 9; 1 Timoteo 5.18). De acuerdo con el don recibido (1 Pedro 4.10), cada obrero ministerial ejerce su actividad con capacidad y facilidad en el cargo. Esto redunda en beneficio, para la calidad del servicio y se ofrece en cada área una atención eficaz, con experiencia y preparación suficiente. Dios hace el llamado para su servicio mediante la vocación: algunos entregan mejores frutos, inclusive la persona misma se vuelve un fruto y alimenta con su ejemplo y servicio a los demás. En la parábola de los talentos (Mateo 25.14 al 30), se hace alusión a los talentos dados a los siervos, según la capacidad de cada uno; algunos rindieron en forma satisfactoria; pero otro lo hizo en forma negligente como un servidor inútil.


La especialización ejercida es necesaria con profesión, para desarrollar sin reservas lo mejor de cada servidor, con toda la capacidad, conocimiento, deseos de superación, energía y presentar la mejor ofrenda posible, excelente en fragancia de olor grato para Dios (2 Corintios 2.14 al 17; Efesios 5.1 al 2). El término profesión se emplea con frecuencia en la carta a los Hebreos, consiste en creer, manifestar y ejercer un oficio (Hebreos 3.1, 4.14, 10.23), conocido como la buena profesión (1 Timoteo 6.12 al 13).