SEGUNDA EDICIÓN LA COMUNIDAD DE FE: ACUERDOS DE FE



Basado en la Biblia Versión Reina - Valera Revisión de 1960 (RVR60)

4.4.4.3 BAUTISMO DE INMERSIÓN


El bautismo de inmersión en agua es el bautismo en el nombre de Jesucristo. Juan el Bautista ejerce el bautismo en agua y menciona a quien viene después de él, o sea, a Jesús (Juan 3.22 al 30, 4.1 al 2). Juan confiesa no ser el Cristo, pero siempre al bautizar menciona a quien viene tras de él, al Cordero de Dios, redentor del pecado del mundo (Juan 1.19 al 37). Cuando Felipe anuncia el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizan hombres y mujeres (Hechos 8.12).


Un etíope, eunuco y funcionario de Candace, reina de los etíopes, el cual estaba sobre todos sus tesoros, después de creer de todo corazón en Jesucristo, es bautizado al descender al agua (Hechos 8.27, 35 al 38). El apóstol Pedro manda bautizar en el nombre del Señor Jesús a Cornelio, a sus parientes y a sus amigos (Hechos 10.1 al 2, 24, 30 al 33 y 48). En el caso de Pablo y Silas, cuando están en la ciudad de Filipos, hablan la palabra del Señor a un carcelero junto con los de su casa, y al creer en el Señor Jesucristo se bautizan él y todos los suyos (Hechos 16.31 al 33). También en la ciudad de Corinto, hay un principal de la sinagoga llamado Crispo, quien cree en el Señor con toda su casa, además de muchos de los corintios al oír, creen y son bautizados (Hechos 18.8). Pablo mismo se bautiza e invoca el nombre de Jesús (Hechos 22.16).


Hay una relación entre los bautismos de inmersión en agua y de inmersión en Jesús o en su muerte. Cuando el candidato a bautismo camina en dirección a un río o pila bautismal, para ser bajado a las aguas, es similar a una marcha fúnebre donde hay testigos presentes. Pablo al referirse a la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, dice: “A fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte” (Filipenses 3.10). Ser sumergido en el Señor, implica experimentar plenamente la aflicción de Jesús por luchar contra el pecado.


En cierta ocasión, los escribas y fariseos piden una señal, Jesús menciona la señal del profeta Jonás dentro del vientre del gran pez por tres días y tres noches (Mateo 12.38 al 41; Lucas 11.32), también destaca el arrepentimiento de la ciudad de Nínive con el mensaje de Jonás, en cambio escribas y fariseos piden señal y no se convierten al mensaje de Jesús (Lucas 11.37 al 12.1). La señal de tres días y tres noches hace referencia a la muerte, sepultura y resurrección de Jesús (Mateo 16.21, 17.23, 20.19; Marcos 9.31, 10.34; Lucas 9.22, 18.33, 24.7 y 46; 1 Corintios 15.4). Pablo habla de ser bautizado en Cristo Jesús y en su muerte: “¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección” (Romanos 6.3 al 5). Por el bautismo somos sepultados y resucitados en su semejanza, se compara en su muerte de igual forma en su resurrección (Colosenses 2.12).


En el caso de la práctica de bautismo de infusión, en los infantes bebés o niños pequeños, esto es un bautismo de presentación del nuevo integrante en la iglesia o comunidad de fe, como parte del bautismo familiar. Aunque algunos podrían considerar como necesario, el bautismo de inmersión en agua, durante la vida joven o adulta del niño, para testimonio de su propia decisión y voluntad de seguir al señor Jesucristo como creyente practicante. Lo cierto es que si el infante es guiado e instruido eficazmente en la palabra de Dios, no tiene por qué desviarse en el camino de la perdición, sino que tendrá bases firmes y consolidadas como hijo de Dios.