SEGUNDA EDICIÓN LA COMUNIDAD DE FE: ACUERDOS DE FE



Basado en la Biblia Versión Reina - Valera Revisión de 1960 (RVR60)

2.5.2.4 EL MUNDO DE LOS PROSÉLITOS


El mundo de los prosélitos es cuando la búsqueda de Dios, se vuelve figurativamente en una caza de partidarios, el propósito de Dios se desplaza o pierde importancia, porque la suplanta la parcialidad y unión de quienes pretenden lograr el fin de separar al recién convertido del común cristiano, para aumentar su propio grupo sectario, por beneficio e intereses propios. Jesús como autoridad establecida, advierte lo siguiente del proselitismo: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros” (Mateo 23.15). Hay un celo exagerado y abusivo de fraccionar el cristianismo. Hay constantes fundaciones de iglesias particulares, por mera elocuencia, locuacidad, oratoria o charlatanería, pero sin el respaldo y la unidad del Espíritu Santo de Dios: “Estos son los que causan divisiones; los sensuales, que no tienen al Espíritu” (Judas 19).


Jesús dijo: “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama” (Mateo 12.30). Por ejemplo, la historia de la humanidad, registra a muchos inocentes que por causa de la fe, sufrieron cautiverio, destierro, esclavitud, injustas represiones, muerte, pérdida de identidad, persecución, saqueo, ultraje y violencia. La fatal combinación de la cruz de Cristo y la espada, la evangelización y el expansionismo militar, el poder religioso y el estado imperial, la pasión desenfrenada por adquirir fama, honores, pleitesía, poder y riquezas.


El mundo de los prosélitos es una ambición sin límites, pero a la vez es una barrera como cortina de humo o estática y ruido, que imposibilita comprender y ver el verdadero camino y misión de Jesús. Está escrito: “… No por fuerza… no como teniendo señorío…” (1 Pedro 5.2 al 3). Ya desde la antigüedad se anunciaba en las Santas Escrituras: “… No con ejercito, ni con fuerza, sino con mi Espíritu…” (Zacarías 4.6). Se contrastan las consecuentes luchas de poder, dogmas de opresión, fanatismos religiosos, extremismo fundamentalista, radicalismo, odio y muerte.


Pablo hace una comparación al decir que un poco de levadura leuda toda la masa (Gálatas 5.7 al 12). Esto se relaciona, en su simbolismo, la levadura con la malicia y maldad, por otra parte, los panes sin levadura son la sinceridad y verdad, el vivir diariamente, consciente de la autenticidad de la palabra de Dios y diferenciar de la falsa: “No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa? Limpiaos, pues de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad” (1 Corintios 5.6 al 8).


Jesús dice: “El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. Este es el pan que descendió del cielo…” (Juan 6.56 al 58). Jesús es el pan verdadero, también hace ver a los seres humanos como ese pan con o sin levadura, quienes tienen levadura, están con la palabra alterada en sus corazones, refiriéndose a la doctrina y proselitismo de los fariseos y saduceos (Mateo 16.6 al 12). Al igual la levadura representa pecado y nosotros debemos estar separados de esa vieja levadura, en donde Cristo nos ha redimido de los pecados pasados, por medio de la fe en su sangre, a través de la gracia y de manifestar en este tiempo la justicia de Dios (Romanos 3.24 al 26), congruente con la verdadera misión.


El Apocalipsis dice: “…estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra” (Apocalipsis 5.6). El profeta anuncia: “… He aquí un candelabro todo de oro… y sus siete lámparas… y siete tubos para las lámparas… Estos siete son los ojos de Jehová, que recorren toda la tierra” (Zacarías 4.2 y 10). El profeta Isaías anuncia: “Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová… juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura” (Isaías 11.1 al 5).


La expresión de herir la tierra con la vara de su boca y matar al impío con el espíritu de sus labios, algunos lo asumieron literalmente en guerras religiosas y matar a sus semejantes del bando contrario. El análisis de un texto implica tomar en cuenta el aspecto cultural, figuras literarias, género literario, geográfico e histórico. El pasaje alude, en sentido figurado, a la vara de su boca y el espíritu de sus labios. En su tiempo Jesús deja al descubierto con su mensaje la maldad de las personas e injusticias.


Este pasaje tiene expresiones universales, juzgar con justicia a los pobres y argumentar con equidad por los mansos de la tierra. Jesús con su vida, vino a hacer visible el amor, juicio justo, misericordia, piedad y demás valores y virtudes del Padre invisible (Juan 1.18, 14.7 al 11; Colosenses 1.15; 2 Corintios 4.4 al 6; Hebreos 1.3), dando ejemplo como humano de capacidad para obedecer al Padre (Juan 13.15; Filipenses 2.8; Hebreos 5.7 al 10; 1 Pedro 2.21), quien dice: “He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones” (Isaías 42.1). La práctica cristiana, hace visible el ejemplo de vida, modelo y testimonio de Jesucristo. Herir la tierra y matar al impío, alude a eliminar de nuestras vidas el apego a lo terrenal, bienes materiales y a la impiedad del desprecio al necesitado y en desgracia, con el amor y respeto por el bien, la vida humana, por lo sagrado y santo.


En el cristianismo puro, real y verdadero se trata de obedecer plenamente a Jesucristo como líder espiritual y religioso. Aún los grupos de líderes religiosos cristianos colegiados, tienen que mantener un rumbo con dirección fiel y sumisa al Señor Jesucristo. Por ejemplo, el fundamento y magisterio es necesario, la sucesión apostólica y profética, es una guía para el pueblo de Dios por el sendero de la vida, para tratar de mantener un rumbo y dirección estable. Desde la antigüedad fueron ejemplos, Enoc, Noé y Abraham, pero luego, en el caso de Moisés falla, se le permite ver la tierra prometida, mas no puede entrar. Es requerimiento ante todo, disponer con fidelidad y permanencia la mirada y conocimiento puestos en Jesús. La honra, la gloria y el reconocimiento sean para Dios Padre y su Hijo amado Jesucristo, a quien el Padre designa para dar vida y salvación, a los practicantes escogidos de entre los creyentes llamados de todo el planeta.


Todo ser humano es creación de Dios y un potencial hijo e hija obediente de Dios, de lo contrario un hijo e hija rebelde y desobediente. La subordinación sobre todo es a Jesucristo: “Entonces respondiendo Juan, dijo: Maestro, hemos visto a uno que echaba fuera demonios en tu nombre; y se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros. Jesús le dijo: No se lo prohibáis; porque el que no es contra nosotros, por nosotros es” (Lucas 9.49 al 50). Esto significa que quienes consideran su salvación mediante el proselitismo y su religión, antes que en Jesucristo, entonces viven una fe ciega, tal es el caso de los fariseos, en una condición de comodidad y confort religioso, que se sienten ofendidos porque son intolerantes al mensaje de Jesús: “… Toda planta que no plantó mi Padre Celestial, será desarraigada. Dejadlos; son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo” (Mateo 15.7 al 14), o sea, algunos supuestamente en nombre de Dios y por aparente evangelización, incurren en infundir desamor y odio religioso, al punto de los asesinatos y guerras de índole religioso.