SEGUNDA EDICIÓN LA COMUNIDAD DE FE: ACUERDOS DE FE



Basado en la Biblia Versión Reina - Valera Revisión de 1960 (RVR60)

2.4.3 EL PARADIGMA


La salvación por medio de Jesucristo, en el buen sentido de la palabra, es el paradigma dentro de la religión cristiana. Es un ejemplo y modelo de la consecución de las bienaventuranzas del Sermón de la Montaña. La desviación del paradigma se presenta mediante el fanatismo de lo absoluto, cuando se considera la salvación por la defensa de la interpretación y opinión de reglas eclesiásticas y dogmáticas, como única verdad y absoluta. Esto es la salvación por el producto de la división y fraccionamiento del cristianismo, diversas ideologías y fundamentalismos.


En realidad esta última posición es defender una falacia y utopía contraria a Cristo, por consiguiente, es una antítesis de la verdad cristiana, porque fomenta la enemistad, guerra, luchas de poder, miedo, odio, persecución, rencor, rivalidad y terror religioso, en detrimento del verdadero amor puro y justicia de Dios: “… Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él. En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad” (1 Juan 3.13 al 18).


La salvación es por medio de Jesucristo, porque en el primer pacto se sacrificaban corderos, y esa sangre era derramada entre el pueblo, como símbolo de perdón de pecados. El propósito de ese holocausto era un símbolo o prototipo de Cristo, por ejemplo, Juan el Bautista llama a Jesús como el cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1.29), y es la sangre de Cristo en el nuevo pacto que limpia nuestras conciencias de obras muertas para servir a Dios (Hebreos 9.14 al 15), es así como Cristo ganó la iglesia por su sangre (Hechos 20.28), ya que la sangre preciosa del Señor Jesucristo nos limpia de todo pecado y redime nuestras vidas (Efesios 2.13; 1 Pedro 1.19; 1 Juan 1.7; Apocalipsis 7.14), para salvación y vida eterna.


El sacrificio ya lo hizo Cristo con su ejemplo y mucho amor, ahora nos corresponde el sacrificio de dedicación y entrega de nuestra vida, en amor puro, bondad, caridad, compasión, fraternidad, humildad, justicia, misericordia, nobleza, servicio, solidaridad y otros, necesarios para ayudar al bien común, bienestar e inclusión social y espiritual. La palabra de Dios pregunta: “Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa” (Santiago 3.13 al 16).


Algunos tienen el paradigma de fundamentar los dogmas absolutos como medio de salvación en lugar de Jesucristo. La respuesta la encontramos desde el Edén: el árbol de la ciencia no estaba solo, sino junto al árbol de la vida (representativo de Jesús): “Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol…, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal” (Génesis 2.9). Esto representa un simbolismo y un significado, según la Santa Biblia: “Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida…” (Apocalipsis 22.14).


El verdadero significado de la salvación de los que lavan sus ropas, está asociado a la idea de vestiduras blancas y a la dignidad: “… Y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero” (Apocalipsis 7.13 al 14). “… y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas. El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre…” (Apocalipsis 3. 4 al 5).


La dignidad corresponde con el resultado de las acciones que hacen a la persona digna de respeto y de la promesa del galardón, en este caso de la vida eterna. Estas acciones tienen relación con la excelencia, honestidad, honor y pundonor, y todo lo relacionado con el buen comportamiento y la sabiduría que es de lo alto: “Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz” (Santiago 3.17 al 18). Esta sabiduría es la propuesta y promovida por Jesucristo, predicada con su ejemplo y modelo de vida, mediante sus acciones, actitud y obra.


El caso de Adán y Eva fue un asunto de acciones: demostraron ser indignos, simbolismo a través de su desnudez o falta de las vestiduras: “Y lo sacó Jehová del huerto… Echó, pues, fuera al hombre…” (Génesis 3.23 al 24). Hubo una posición defensiva de justificación sin asumir responsabilidad. También las vestiduras pueden ser vestiduras de arrepentimiento y perdón. Al principio no hay malicia, sino cuando entra la malicia se sienten desnudos, antes son inocentes. Una vez que comen, se dan cuenta de la realidad enfrentada y pasan a un estado de conciencia. Se abren los ojos del entendimiento, la conciencia ahora le habla al ser humano, es el conocido diálogo entre Dios y la persona.


La Biblia tiene muchos simbolismos: árbol de la vida, libro de vida, Jesús dijo: “… Yo soy el pan de vida…” (Juan 6.35). Además: “... Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él...” (Juan 7.37 al 39). El árbol de la vida sirve para sanidad: “… Estaba el árbol de la vida,… y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones” (Apocalipsis 22.2). Jesús ofrece al vencedor comer del árbol de la vida (Apocalipsis 2.7), para mantener y mejorar el estado de salud y vida espiritual, como trascendencia a la vida eterna en estado incorruptible e inmortal.


Así, la esencia que sustenta el paradigma cristiano, consiste en una sabiduría auténtica, pura y nutrida del amor y servicio a Dios, no tanto en la rígida defensa de interpretaciones y opiniones, sobre cuestiones religiosas, sino en la genuina escucha a Dios y obediencia a su voluntad, para vivir según el ejemplo y modelo de Jesucristo y recibir la guía del Espíritu Santo (Hechos 5.32). La savia del árbol de la vida, como energía y elemento vivificador, corresponde al verdadero interés y primordial del bien común. Ayudar al necesitado, educación, justicia, oportunidad, valorar la vida como inalienable y sagrada, contribuir en eliminar la desigualdad social y toda clase de discriminación, intolerancia y odio, extremismo, fanatismo, partidismo, radicalismo, luchas de poder religioso, por pretexto y provecho económico, político y militar.


La práctica de compartir, compasión, bondad, generosidad, misericordia, solidaridad, entre otros, demuestran el verdadero amor de Dios. La creación y distribución justa y equitativa de la riqueza, para dar al ser humano en general, las oportunidades de educación, esparcimiento, salud, trabajo, vestido y vivienda, necesarios para la subsistencia, crecimiento, desarrollo, felicidad y realización. Todas estas situaciones afectan desde lo micro social hasta lo macro social. La concientización contra la adicción, derroche, despilfarro, explotación, trata y comercio de seres humanos, corrupción de toda índole, enriquecimiento ilícito y el vicio, que a costa del daño y perjuicio del mismo ser humano, provoca su mal y destrucción.


El cuidado del mundo físico en su ambiente, ecología, calentamiento global y cambio climático, catástrofes naturales, contaminación ambiental y desequilibrio mundial, el problema presentado en la capa de ozono, el desperdicio y uso incorrecto de los recursos naturales. Las altas temperaturas atmosféricas, ciclones, deforestación, deshielo o cambio de eje del círculo polar ártico, epidemias, erupciones volcánicas, hambrunas, huracanes, incendios forestales, inundaciones, maremotos, pandemias, pestes, plagas, sequías, tempestades, terremotos, tormentas, tsunami, volcanes activos. El eminente peligro de las guerras y destrucción masiva, amenaza atómica, nuclear y termonuclear. Las frecuentes devastaciones, dominación territorial, formas de esclavitud, migraciones de grandes poblaciones por la inseguridad alimentaria, civil y de salubridad, por el desempleo, genocidios, hostilidad, intimidación, luchas políticas, militares, masacres, muertes masivas, persecución, racismo, violencia y xenofobia. El interminable terrorismo y el constante atentado al exterminio humano, con el desarrollo progresivo y provocativo de una posible tercera guerra mundial y última.


El paradigma de la salvación por los dogmas y no según Jesucristo, al omitir la realidad mundial y social descrita en los párrafos anteriores es similar a la alegoría de la paja y la viga: “¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, déjame sacar la paja que está en tu ojo, no mirando tú la viga que está en el ojo tuyo? Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano” (Lucas 6.41 al 42). La viga viene a ser toda la problemática enunciada anteriormente que atentan contra la integridad y salvación de la creación de Dios.