SEGUNDA EDICIÓN LA COMUNIDAD DE FE: ACUERDOS DE FE



Basado en la Biblia Versión Reina - Valera Revisión de 1960 (RVR60)

1.5 JESÚS Y LA GRACIA VERSUS LA LEY AÑADIDA


La ley de Moisés imposibilitó a las personas para ser plenamente justificadas (Hechos 13.39): la circuncisión, apedrear a los transgresores (lapidación), los sacrificios, ofrendas, holocaustos y expiaciones por el pecado, constituyen la Ley Añadida. Mientras tanto, la justificación se logra solo en Jesucristo y la fe en Dios (Habacuc 2.4; Romanos 1.17; Gálatas 3.1 al 5 y 11; Efesios 2.8 al 9; Hebreos 11.2 al 40). En el primer pacto media la ley, pero en el nuevo pacto se establece la gracia, mediante Jesucristo (Juan 1.17).


En relación con la ley del primer pacto o Antiguo Testamento, se mencionan la ley de Moisés y la ley de Dios. El Decálogo dado a conocer con “Los Diez Mandamientos” corresponde a la ley de Dios, mediante las palabras en forma escrita en tablas de piedra (Éxodo 24.12; Deuteronomio 4.13), entregadas a Moisés, quien menciona que Dios, cuando las entrega, no añade nada más, acerca de lo escrito en las tablas de piedra (Deuteronomio 5.22). Este proceder establece una diferencia en relación con los mandamientos y el resto de la ley, escrita por Moisés en un libro (Éxodo 24.4 al 8; Deuteronomio 31.9 y 24 al 26), ya que los Diez Mandamientos se escriben directamente por el dedo de Dios (Éxodo 31.18; Deuteronomio 10.4), como ley de fuego (Deuteronomio 33.2). En cuanto a la escritura de Dios, dice la Biblia lo siguiente: “Y volvió Moisés y descendió del monte, trayendo en su mano las dos tablas del testimonio, las tablas escritas por ambos lados; de uno y otro lado estaban escritas. Y las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios grabada sobre las tablas” (Éxodo 32.15 al 16).


Comparando Lucas 11.20 con Mateo 12.28, el dedo de Dios representa el Espíritu de Dios, y las tablas de piedra ahora son representadas por el corazón: “Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres; siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón” (2 Corintios 3.2 al 3). También está escrito: “Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho: Este es el pacto que haré con ellos. Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré, añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado” (Hebreos 10.15 al 18).


En el primer pacto o testamento, la forma de recibir la ley fue en la letra y en el nuevo pacto en el Espíritu por gracia. En el primer caso, si algún infractor no era sorprendido en el acto, con un mínimo de dos o tres testigos, para él no había causa para ser acusado (Deuteronomio 19.15). La epístola a los Hebreos dice: “El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente” (Hebreos 10.28), entonces sin testigos, la ley añadida, ordenaba realizar los sacrificios, las ofrendas, los holocaustos y las expiaciones por el pecado de ignorancia, quedando el transgresor perdonado de su ofensa, pero impune de la ley de muerte al no ser apedreado (lapidado).


La palabra regir tiene relación con lo que está vigente y se aplica en las leyes, ordenanzas, estilos y costumbres en vigor y observancia, además tiene relación con dirigir, gobernar o mandar. En el primer pacto lo vigente para el pueblo de Israel, era ser conducido o guiado bajo el régimen de la letra, que era el modo de gobernarse o regirse a través de constituciones, prácticas, preceptos o reglamentos. El Espíritu Santo no había sido derramado en todo el pueblo, como sucedió en el nuevo pacto y como había sido dicho por el profeta Joel: “Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones” (Joel 2.28 al 29; Hechos 2.16 al 18). En el nuevo pacto somos sellados con el Espíritu Santo en nuestros corazones, como señal del pacto (las arras) (2 Corintios 1.21 al 22; Efesios 1.13 al 14), el cual ha dado Dios a los que obedecen (Hechos 5.32): “… El Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad…” (Juan 16.13).


De acuerdo con lo mencionado en el párrafo anterior, cuando se desobedece a Dios en sus mandamientos, la persona no es apedreada y muerta físicamente en el momento, aunque en el nuevo pacto siempre hay muerte o paga del pecado (Romanos 6.23), entonces espiritualmente se muere, porque se apaga y contrista al Espíritu Santo, con el cual se fue sellado (Efesios 4.30; 1 Tesalonicenses 5.19), la persona pierde el deseo o voluntad sobrenatural de amar, obedecer y servir a Dios, con fidelidad y perseverancia hasta el fin, para demostración de ser un verdadero hijo o hija de Dios. Ninguna condenación hay para los que en verdad andan conforme al Espíritu, la debilidad del ser humano, es fortalecida por el poder del Espíritu Santo, gracias a la obra de Cristo Jesús en beneficio nuestro (Romanos 8.1 al 10). La Biblia dice: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios” (Romanos 8.14).


Los Diez Mandamientos de Dios son el testimonio (Éxodo 25.16), los mismos fueron guardados en el interior de un arca (1 Reyes 8.9; 2 Crónicas 5.10; Deuteronomio 10.1 al 5), la cual fue llamada arca del testimonio, a su vez ubicada en el interior del tabernáculo del testimonio o de reunión (Éxodo 40.1 al 5). El profeta Jeremías menciona:


“Y acontecerá que cuando os multipliquéis y crezcáis en la tierra, en esos días, dice Jehová, no se dirá más: Arca del pacto de Jehová; ni vendrá al pensamiento, ni se acordarán de ella, ni la echarán de menos, ni se hará otra” (Jeremías 3.16). Entonces, analicemos ¿por qué el Apocalipsis menciona los siguientes pasajes?: “Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo…” (Apocalipsis 11.19). “… Los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo” (Apocalipsis 12.17). “Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (Apocalipsis 14.12). “Después de estas cosas miré, y he aquí fue abierto en el cielo el templo del tabernáculo del testimonio” (Apocalipsis 15.5).

La ley de los Diez Mandamientos fue entregada por escrito ante diez mil ángeles testigos ese día (Deuteronomio 33.2), por medio de la ley es el conocimiento del pecado (Romanos 3.20) y hay mucho gozo en el cielo, por motivo de cada pecador arrepentido (Lucas 15.7), especialmente por aceptar y reconocer la máxima voluntad de Dios. Se pasa de la muerte espiritual a la promesa de la vida eterna, en donde después de haber sido esclavo del pecado, entenebrecido por el mal, se recibe la oportunidad de tener la libertad para ser siervo de Dios, aunque de igual manera en subordinación, pero a diferencia, se recibe como recompensa o galardón la vida eterna, resultado de la obediencia y servicio de la justicia (Romanos 6.16 al 18 y 21 al 23), y es aquí en donde actúa la ley juntamente con la gracia, por el don y favor gratuito, misericordia y regalo de Dios.


En esto consiste el pacto entre Dios y la persona, esta última se sujeta a los mandamientos de Dios, a cambio recibe poder para vencer el mal, a través de la ayuda ofrecida por Dios mediante su Espíritu Santo. Cuando aparentemente alguno está destinado a una vida ajena a su obediencia, pero le llega la voz de Dios, entonces el llamamiento se vuelve irresistible, la luz divina del conocimiento llega a su mente y se ilumina su entendimiento, se genera la libertad electiva del servicio a Dios a conciencia y de corazón. Dios posibilita la gracia del nuevo pacto, como un sistema de perdón y redención del pecado, por medio de la fe en Jesucristo.


El tema de Jesús y la gracia versus la ley añadida, se presenta porque en el caso de los Diez Mandamientos, fueron escritos en el primer pacto con el dedo de Dios en tablas de piedra, pero en el nuevo pacto son escritos en nuestra mente y corazón con el Espíritu Santo. Según el profeta Jeremías, Dios daría un corazón, un camino y un pacto eterno, al dar su temor en el corazón (Jeremías 32.39 al 40). El primer pacto es un ministerio de condenación y muerte, el nuevo pacto es con gloria un ministerio del espíritu o de justificación (2 Corintios 3.7 al 9). El primero es en la letra, grabada con letras en piedra, con una ley añadida, como fin o propósito, para llevarnos a Cristo (Gálatas 3.23 al 4.7).


Esta ley añadida consiste en la sentencia de lapidación, la ley ceremonial y ritual, el rito de la circuncisión y los sábados ceremoniales y rituales. Cristo nos redime de la maldición de la ley, (aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas), porque es de fe y por la fe, la promesa del Espíritu Santo a los gentiles, según la bendición a Abraham (Gálatas 3.6 al 14).